EL CAIRO. El depuesto líder egipcio Hosni Mubarak y sus dos hijos fueron sentenciados el sábado a tres años de prisión y a pagar una multa en la repetición de un juicio anterior por cargos de corrupción. Por el momento no estaba si contaría para la condena el tiempo que el ex mandatario pasó ya en prisión desde la revuelta del país en 2011.
El caso de corrupción —apodado por los medios egipcios como el “caso de los palacios presidenciales”— incluyó la acusación de que Mubarak y sus dos hijos malversaron millones de dólares de fondos estatales de dólares durante una década. Ese dinero debía destinarse a pagar la renovación y el mantenimiento de los palacios presidenciales, pero en su lugar se dedicaron supuestamente a la mejora de las residencias privadas de la familia.
Mubarak fue sentenciado a tres años y sus hijos a cuatro. Más tarde presentó una apelación que provocó la repetición del proceso.
Sus seguidores gritaron con enfado cuando el juez Hassan Hassanin anunció su veredicto. Un abogado de Mubarak dijo que la decisión del juez puede ser apelada.
“¡Creemos en ti! ¡Confiamos en Mubarak!”, gritaron. Algunos de sus partidarios vestían camisetas estampadas con su imagen. Lo saludaron y le lanzaron besos mientras el veterano político de 87 años entraba en la sala.
La sesión, celebrada en una academia de policía en las afueras de El Cairo, tuvo lugar en la misma sala donde el derrocado presidente islamista Mohammed Morsi fue condenado a 20 años de prisión el mes pasado.
Mubarak, con gafas de sol, no reaccionó visiblemente ante el veredicto. Sus hijos Gamal y Alas tampoco manifestaron reacciones visibles.
El veredicto incluye una multa de 125 millones de libras egipcias (16.3 millones de dólares) a pagar entre los tres, como también la devolución de 21 millones de libras (2.7 millones de dólares) desfalcados. Después de la audiencia, funcionarios judiciales y de seguridad dijeron que esas sumas ya fueron abonadas por los Mubarak durante su primer juicio.
Mubarak fue devuelto al hospital militar en El Cairo donde ha estado retenido. Las autoridades dijeron que los dos hijos fueron conducidos a la prisión de Torah mientras se determina si el tiempo que ya cumplieron satisface la sentencia del sábado. Los funcionarios reclamaron el anonimato por no estar autorizados a informar a la prensa.
Muchos egipcios consideran a Gamal, que se suponía sucedería a Mubarak en la presidencia, y a su hermano, el acaudalado empresario Alaa, como pilares de un gobierno autocrático y corrupto que se alió con los magnates a expensas de los pobres. Aunque padre e hijo negaron que tuvieran planes de sucesión, esa impresión, junto con la corrupción, pobreza y brutalidad policial, impulsó la revuelta del 2011.