La semana pasada estalló el escándalo de la empresa española OHL por presuntos casos de corrupción con el gobierno del Estado de México. El asunto se dio a conocer como ha ocurrido con docenas de casos similares en el país: a través de la grabación de llamadas telefónicas en las que se develan los beneficios que ha obtenido la empresa constructora por los sobrecostos en las multimillonarias concesiones adjudicadas al grupo español, y sobornos a funcionarios del Estado de México.
No se puede olvidar que OHL fue la empresa constructora favorita en el Estado de México cuando Enrique Peña Nieto gobernaba aquella entidad y lo sigue siendo ahora que es presidente de la República, mientras que Eruviel Ávila gobierna la entidad mexiquense.
Las grandes obras viales realizadas en el estado y en el Valle de México como el Viaducto Bicentenario, el Circuito Exterior Mexiquense, la autopista Atizapán-Atlacomulco, la autopista urbana Norte, la autopista del Puente de Los Poetas a Luis Cabrera, así como el Aeropuerto Internacional de Toluca, fueron adjudicadas a OHL México convirtiendo a la constructora en la favorita del gobierno del Estado de México y de Los Pinos y en una verdadera fuente de liquidez para su atribulada matriz en la península ibérica que preside Juan Miguel Villar Mir.
Así, el Plan Nacional de Infraestructura de Enrique Peña Nieto se convirtió en el mapa de expansión de OHL por el territorio mexicano a tal grado que, según El Confidencial, la empresa de Villar Mir planteó en su plan estratégico que México sea su principal motor del negocio en los siguientes cinco años, por encima de España.
Una ambición nada descabellada tomando en cuenta que la aceitada relación de OHL México -encabezada por Juan Andrés de Oteyza, ex secretario de López Portillo- con los altos funcionarios del actual gobierno les daría en charola de plata los grandes proyectos de infraestructura de este sexenio.
Y así ha sido. En junio del año pasado a la filial de OHL –Constructora de Proyectos Viales de México- junto a La Peninsular –filial de Hermes de Carlos Hank Rhon- les fue adjudicado por la SCT la construcción del tren México-Toluca con una extensión de 35.15 kilómetros. También se le adjudicó la construcción del tercer tramo de la línea 3 del tren ligero en Guadalajara. Pero la española OHL va por más. Especialmente por la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la joya de la corona del Plan Nacional de Infraestructura del sexenio, así como por nuevos tramos carreteros en todo el país.
Por ello en su plan estratégico los accionistas de OHL pretenden que los actuales ingresos que generan en México y que representan el 13% del total del grupo, crezcan hasta rebasar el 20% en los próximos cinco años convirtiéndose en la filial estrella del grupo constructor español. Y cómo no, si además de estar valorada entre unos 2,400 y 3 mil millones de euros (de acuerdo a la operación de venta del 7.5% por 231 millones que se concretó el año pasado) tiene un enorme potencial de generación de ingresos más allá de la cuenta de resultados.
Pues bien. El escándalo por corrupción que le estalló en la cara a OHL la semana pasada podría significar un duro revés a su millonario plan estratégico en México cimentado en la cercana relación con el gobierno de Enrique Peña Nieto. Y es que los tentáculos del caso OHL y sus adjudicaciones vuelven a tocar al presidente Peña Nieto y a su entorno cercano, después de que el asunto de la Casa Blanca –con otro constructor, por cierto- sigue sin respuesta. Una reacción así podría marcar un distanciamiento con el grupo español en lo inmediato.
La caída de 20% en el precio de sus acciones en los últimos 4 días es sólo la primera reacción de los inversionistas sobre esta posibilidad. Un escenario en el que Abertis, su competidor español, podría aprovechar para reducir el precio de compra de la filial mexicana de OHL aprovechando la urgencia por liquidez de la constructora española.
El hecho es que el caso de OHL tira por la borda el compromiso de Peña Nieto con la lucha anticorrupción.