Durante casi tres años de la presente administración, dos sexenios panistas y el último sexenio priista, la clase política se creyó autosuficiente en materia de comunicación y perdió el control de los acontecimientos. Crucificada en las redes, es la hora en que no entiende la nueva correlación política en medios.

 

Los políticos nunca tendrán de nuevo el control de la política, aunque han regresado a los mecanismos autoritarios del pasado. La razón radica en que la modernización ha anulado los mecanismos de control y el Estado autoritario se ha transformado en el Estado-red (Manuel Castells).

 

Los partidos confiaron en la televisión y se la quitaron con los spots, el gobierno federal ha mandado a sus comunicadores a la escuelita a estudiar lo que no aprendieron a la realidad y como si hubieran llegado a sus posiciones actuales, bajándose de una nave interplanetaria, y los políticos regionales no saben más que reprimir o condicionar en un escenario de difusión que tiene mayor credibilidad en las redes que en los medios.

 

Tres casos ejemplifican las contradicciones en las políticas de comunicación:

 

1.- El presidente Enrique Peña Nieto arribó al poder sobre la cresta de una imagen en medios inigualable, al grado de que movimiento #YoSoy132 apenas le arañó pocos puntos. Y sobre una imagen de comunicación sólida, el mal manejo de los medios ha abollado la fortaleza presidencial. Pero en lugar de entender la esencia de que la comunicación política es política, los voceros del gobierno central han sido enviados a la escuelita a aprender comunicación con sus críticos como maestros.

 

2.- Veracruz podría resumir el fracaso de los gobiernos estatales en manejo de comunicación al separar la imagen de los titulares de sus operadores incompetentes: la falta de una estrategia de comunicación ha llevado el tema de las agresiones a los reporteros a una importancia nacional, inclusive a niveles internacionales. En este sentido, los operadores de prensa son improvisados y, por tanto, sus resultados son negativos. La mayoría de los gobernadores se encuentra en la misma situación.

 

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3.- La exitosa estrategia de comunicación política del Partido Verde le hizo ganar puntos adicionales en las tendencias electorales; pero en lugar de que sus adversarios entendieran el tema de la comunicación, lo quieren bajar a golpe de multas y hasta de amenazas de cancelación del registro que no hacen más que reposicionarlo en el ambiente electoral. De todos los partidos, el Verde es el único que ha entendido que la comunicación política es política.

 

Y hay otros ejemplos menores pero también significativos: López Obrador sabe que su única posibilidad de ganar votos es personalizando su figura y alardeando con el fraude en su contra; o el candidato regiomontano sin partido (no ciudadano porque se hizo en el PRI y de ahí aprendió sus mañas) Jaime Rodríguez El Bronco que creyó que insultando al ex presidente Calderón le daría votos cuando el efecto sería al revés: una imagen de autoritario, grosero y vulgar, igual a la de López Obrador en la campaña del 2006 cuando le dijo al presidente Fox “cállate Chachalaca” y perdió los votos que Calderón le sacó de ventaja.

 

La comunicación política es un proceso frágil en sociedades abiertas y plurales y con mayor razón cuando han dejado de existir los mecanismos de control corporativo o ya no se dan los mensajes unidireccionales vía control de medios tradicionales. El Estado-red ha sacado a la sociedad civil y a la sociedad política de los espacios tradicionales del mensaje en una sola vía y por canales controlados: Twitter y Facebook han llevado la política de los medios a los mensajes cortos y con una audiencia atomizada.

 

Los últimos en entender la nueva dinámica de la comunicación política han sido, al parecer, los comunicadores del poder.