BEIRUT. Al menos 170 miembros del grupo terrorista Estado Islámico (EI) han muerto en las últimas 48 horas por bombardeos de la coalición internacional, liderada por EU, y los ataques de los kurdos en la provincia de Al Hasaka, en el noreste de Siria.

 

Naser Hach Mansur, vocero del departamento de Defensa de la región autónoma kurdo siria de Al Yazira ansur precisó que los ataques se han registrado en la periferia de la localidad de Tel Tamr, donde el EI se enfrenta a las Unidades de Protección del Pueblo -milicias kurdo sirias- y sus aliados desde finales de febrero.

 

El EI inició una ofensiva a finales de febrero contra esa zona, tras ser derrotado el mes anterior por las fuerzas kurdas en el enclave de Kobani, en la provincia de Alepo.

 

Al comienzo de su asalto, el EI secuestró a más de dos centenares de personas en localidades de mayoría asiria, un grupo étnico cristiano, en Al Hasaka.

 
Sin embargo, la conquista de la ciudad iraquí de Ramadi, capital de la provincia occidental de Al Anbar, por parte de los yihadistas, ya ha provocado una nueva crisis humanitaria, con la huida de miles de familias, que se encuentran bloqueadas a las afueras de Bagdad sin refugio y en precarias condiciones.

 

Los desplazados, que huyeron de los combates de Ramadi para salvar sus vidas, se encuentran a la intemperie en el puente Bezaibez, en las afueras del oeste de la capital iraquí, ya que las fuerzas de seguridad les impiden entrar en la ciudad.

 

Allí, viven una pésima situación humanitaria, que se ve empeorada por la escasez de alimentos, atención médica y lugares donde puedan evitar el calor, ya sofocante en esta época del año.

 

Abu Ahmed, de 45 años, residente de un barrio del oeste de Bagdad, dijo que hace dos días llegó al paso de Bezaibez para hacerse cargo de la familia de su hermana, para que pueda entrar en la capital, pero las fuerzas de seguridad no solo rechazaron que cruzara, sino también que pudiera verla.

 

Quien también recibió un revés ayer fue el presidente sirio Bachar al Asad. El Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda, y otras facciones rebeldes arrebataron al ejército del presidente sirio, Bachar al Asad, el control del cuartel de Al Mastuma, el mayor de la provincia septentrional de Idleb.

 

Los insurgentes lograron el dominio de la base y de la ciudad homónima tras expulsar a las fuerzas leales al régimen.