Comida de Fernando del Moral y Alejandro Moya, en Los Morales, y la noche sorpresiva de Mónica Belluci en el feudo Romina—Polanco, del empresario Mario Magaña
En su libro de Los Moles, Paco Ignacio Taibo I refería que existían más de 500 variedades de moles en la República Mexicana. Y claro, don Fernando del Moral y Alejandro Moya, integrantes del dream team que conformó Henry Davis Signoret, CEO de Los Morales con vips y personalidades, presentaron el Festival Moles de México en Los Morales, junto con los vinos de Casa Madero de Coahuila (Jorge Luis Trejo y Susana Zárraga), Mezcal 33 (Giselle Pastrana y Mónica Cuesta), además de la creatividad del chef ejecutivo Rodrigo Flores. Todos obtuvieron elogiosos comentarios de la prensa especializada en arte culinario.
¿La razón? La degustación fue de primerísima línea: filete de róbalo al mole de pinón y pulque, de Guerrero; filete de res gratinado con mole de chile mulato y pollo al mole de melón. Todo, acompañado de los vinos de Casa Madero (CM Rosado, CG Shíraz y Cm Chardonnay, uno de ellos, galardonado con dos medallas de oro en los Festivales de Francia). Los anfitriones también ofrecieron dos entradas frias (terrina de nopales con queso panela, chorizo y mole poblano, además, vino CM Cabernet Merlot, y tlacoyos de pollo de pepita verde de Guerrero, acompañado de un CG Chardonnay).
Una historia que va desde Hernán Cortés a la fecha
La Hacienda de los Morales es un capítulo más en la historia de la Ciudad de México. En la época de la Colonia, La Hacienda de los Morales era una sección de tierra al poniente del Valle de México. Cuando hicieron los primeros repartos el Rey de España, las concedió a Hernán Cortés, Capitán General de la Nueva España. En estas tierras existieron las primeras Moreras para la crianza del gusano de seda, razón por la cual se les dio el nombre que ha perdurado más de cuatro siglos: Los Morales.
Hoy, cuatro siglos después, La Hacienda de los Morales ofrece al visitante una atmósfera que nos traslada por la historia a un magnífico restaurante de comida internacional, un selecto centro de reuniones con sus incomparables salones, adecuados para todo tipo de eventos y grandes recepciones, así como diversos corredores y locales de característica mexicanidad.
Luego de consumar el sitio de México-Tenochtitan, Hernán Cortés reestablece —1526 — una estructura de gobierno distinguiendo a miembros de la aristocracia mexica, de la que sobresale la joven primogénita de Moctezuma, antepenúltimo señor mexica. Al contraer matrimonio con el español Alonso de Grado, que ostentaba el cargo de “visitador de los indios”, Cortés concede a la novia la encomienda de Tacuba, en cuyos términos seria fundada la Hacienda de los Morales. Por supuesto, en 1914, el general revolucionario Francisco Villa utiliza la hacienda como refugio para acampar sus tropas de la División del Norte y alimentar la caballada en los alfalfares de la hacienda.
Nuevos logros de los Morales
En la década de 1939, se ubicó un nuevo fraccionamiento, que abarcaba sólo desde Campos Elíseos hasta Masaryk y de Moliere a Arquímedes. Actualmente constituye la zona de Polanco. Por ahí de 1965-1967, se realizó la primera de una serie de juntas de trabajo, la convocaban el arquitecto Juan Cortina Portilla, Don Pedro Gorozpe y Antonio Cuevas Núñez. El propósito de la reunión era despertar el interés de una nueva empresa, hacer del casco de la hacienda el mejor restaurante de la ciudad. Para los trabajos de adaptación del inmueble, se acudió a los arquitectos Landa, y a su colega Juan Cortina Del Valle.
El antiguo salón comedor fue adaptado como salón para tomar el aperitivo. Por cuanto al comedor, se construyó completamente nuevo. Por razones tanto prácticas como estéticas, a espaldas de la casona se agregaron nuevos corredores en donde se emplearon columnas, arcos y otros elementos de piedra recuperados de una mansión en la colonia Roma que iba a ser demolida. Así como también, diversas ornamentaciones de madera tallada y de hierro forjado, que se adquirieron a varios anticuarios. La última decisión de importancia fue abrir la entrada al restaurante por la recién trazada calle de Vázquez de Mella. Y la Hacienda de los Morales se inauguró como restaurante el 14 de abril de 1967. Anualmente, atienden en promedio a 125 mil 456 clientes en el restaurante, y a 263 mil 107 clientes en los salones de banquetes. Atienden, en promedio, 3 mil 604 eventos al año.
Sorpresas te da la vida con Mónica Bellucci
En otra comida, en el exclusivo Romina (léase Mario Magaña, empresario de Altos vuelos), el feudo culinario estaba abarrotado porque la estrella italiana Mónica Bellucci llegó con Enrico Castello Pesante y no se dejó tomar fotos. Fue amable con todo mundo, pero confesó que deseaba estar tranquila y aunque sabía que sólo había un representante de la prensa (el autor de esta columna), no había ido al Romina a comer para realizar fotografías. Hablé con ella largo rato porque es amiga de Jetro Ennis, mexicano que se dedica a representar a estrellas internacionales y nacionales.
También, en la mesa, Philippa Giordano (recordando su amistad con Michel Domit; todavía me acuerdo de aquel coctel que organizó Claudia Azpiri en la residencia de Michel Domit, y en la que Phillipa Giordano demostró que está a la altura de Laura Pausini). Estuve más de media hora en la mesa de la Bellucci (“ya soy mayor de 50 años”) y degustamos Vitello Tonnato, insalata Romina, carpaccio salmone, crema di Pomodoro, crema de funghi, farfalle cremose, lasagna de la nonna Rosa; ravioli del Giorno; capellini al grancho;, varias clades de risottos (Romina, All’Antra, Priavera), picattina de vitello, brasato al Barolo, y pescados como la Baccala e Carciofi, y el suculento Mahi—Mahi al Cappieri con vino blanco. Y tomamos un tinto Brunello di Montalcino. De auuupaaa. Cuentan con una excelente carta de vinos. Así es que ya saben, diríjanse a Homero esquina con Aristóteles (Polanco) y se llevarán una gran sorpresa. Y hasta la próxima, abur!
LOS MEJORES RESTAURANTES
Nobu Polanco
Las celebridades como Robert de Niro a quien entrevisté para un programa de televisión, siguen teniendo confianza depositándola en México e invirtiendo en la gastronomía internacional, sobre todo en la comida japonesa. Robert de Niro es socio del chef Nobu Matsuhisa con quien unió esfuerzos para abrir el Nobu. Ha sido tal el éxito que recientemente abrieron Nobu Polanco. ¿Cuál es la fórmula del éxito?
Se involucraron con mexicanos que conocen el significado de la disciplina en los negocios y la compartieron por partida doble con la presencia del Chef Nobu Matsuhisa, Robert de Niro, Meir Tepper, Fredy Name, José y Diego Cuaik e Isidoro Ambe. Tanto De Niro como todos sus socios hicieron énfasis al gran éxito que han logrado con Nobu Polunco durante estos últimos meses y, van por más porque tienen un estilo elegante y hospitalario en la atención de los comensales. Costo promedio por persona: mil 100 pesos. Nobu cuenta con 29 restaurantes alrededor del mundo, con el mismo estándar de calidad.
Ubicación: Anatole France 74, Tel. 5280 2945
HOTELES Y DESTINOS
Cocoyoc, el “Lugar de Coyotes” en Yautepec, Morelos
El Estado de Morelos es de los estados vecinos de la Ciudad de México y de los más visitados, integrado por 33 municipios donde cada uno de estos tiene atractivos turísticos por conocer. Tal es el caso del municipio de Yautepec, que conserva sus antecedentes históricos, desde el cerro de Atlihuayán el sitio que quizá, marcó la huella extensiva de la cultura Olmeca hasta llegar a una fusión por Itzamatitlán, quedando plasmada a través de los monumentos arqueológicos e integrada por nueve pirámides del juego de pelota y piedras talladas, el punto de partida de la cultura Tlahuica. El desarrollo de esta cultura se vio agredida por los habitantes de Yautepec, quienes se unieron con la gente de Tetlama y Jiutepec con el único objetivo de terminar con el poderío de los Tlahuicas. Se daba un movimiento social importante en aquella época, Moctezuma subió al trono enfocándose a la tarea de conquistar Yautepec. Cuando los españoles llegaron a esta zona, Tizapapalotzin mostró su fuerza y valor para enfrentarse a los conquistadores del viejo continente.
Cada una de las narraciones que han quedado escritas, al leerlas nuevamente, se va uno compenetrando al pasado como invitación para entender el presente. Otro de los precedentes es la construcción de Oaxtepec, en la era de Moctezuma, con la creación de un jardín para las celebridades de la región. Cuando por fin se logró la conquista, por parte de los españoles, llegaron los frailes dominicos con sus enseñanzas e iniciaron la construcción del primer convento dominico de la Asunción de la Virgen en el año de 1567. Asimismo, con el tiempo, fueron apareciendo las haciendas como la de Atlihuayán que fue propiedad de la familia Escandón, quienes fueron integrantes de la corte del imperio de Maximiliano.
Estas vivencias dieron paso al surgimiento a lo que hoy se conoce como sitios de interés para los viajeros de pueblos con historia que dejaron edificaciones como la parroquia de la Asunción en Rancho Nuevo, la capilla del Barrio de Santiago, La iglesia del barrio de Ixtlahuacán y la capilla del Barrio de San Juan, bellezas arquitectónicas en la que se incluyen las ex haciendas de molienda de caña. Son los testimonios de la vida laboriosa de la gente de Yautepec y ejemplo de la vida colonial, en la cual las haciendas funcionaron como fortalezas con una serie de comodidades entre regias construcciones de abolengo y arquitectura de enorme atractivo, todas ellas bautizadas con nombres de la región entre las que se inscriben las haciendas de Oacalco, Apanquetzalco, Atlihuayán, San Carlos Borromeo, Cocoyoc y Xochimancas.
El casco de la ex Hacienda de Cocoyoc “Lugar de Coyotes”
En esta ocasión, el destino fue esta hacienda, pero antes les comento que el origen de la palabra Cocoyoc procede de la lengua náhuatl, por lo que se define su existencia desde hace muchos siglos, desde antes de la conquista española. Su fundación se le atribuye a los Tlahuicas en el siglo XI, 200 años antes de que los aztecas se transformaran en el grupo dominante de los nahuas y establecieran su capital en la Ciudad de México, antes Tenochtitlan.
Cocoyoc formó parte del extenso territorio otorgado a Hernán Cortés después de la conquista de México, en 1521. Fue nombrado marqués de Oaxaca en reconocimiento a sus servicios a la corona española y luego procedió a establecer un firme control sobre la tierra. Cortés también se casó con Isabel, hija de Moctezuma II, quien era el gobernante azteca en ese momento. Poco después, la tierra fértil del valle y de todo el Estado de Morelos fue plantada con caña de azúcar, que había sido introducida por los españoles.
La historia de este espacio, hoy resort, tiene inicio el siglo XV y XVI, cuando Elvira Ruiz, descendiente de Isabel, vendió parte de su herencia a los campesinos como tierras de cultivo. Durante el siglo XVII, la hacienda aumentó el valor de sus tierras a través de compras, negociaciones y matrimonios. Sin embargo, más tarde se redujo por ventas forzadas a consecuencia de una serie de multas por evasión de impuestos y otras deudas, y en más de una ocasión la propiedad completa fue subastada.
En 1614, la Hacienda recibió una licencia del gobierno para establecer una fábrica de azúcar tirada por caballos, con el fin de moler y procesar la caña de azúcar. En 1698, consistía de 366 hectáreas de tierras de regadío, una casa, una capilla, el trapiche y otros edificios necesarios para el funcionamiento de una plantación de azúcar. Durante el siglo XVIII, la Hacienda Cocoyoc fue uno de los 12 ingenios azucareros más importantes del país y para entonces ya había tenido numerosos propietarios. A principios del siglo XIX, su importancia creció con la construcción de un acueducto para traer agua de fuentes cercanas para riego y para mover una rueda de agua que formaba parte de la instalación de nueva maquinaria en la refinería de azúcar, y muchos de los hermosos acueductos se mantienen en funcionamiento. La mayor parte de la infraestructura de la Hacienda se recuperó con una diversidad de trabajos para conservar el legado original que permite su preservación y cuidado, respondiendo a los restos que representa la adecuada conservación; seguramente es un privilegio para quienes han tomado la responsabilidad de mantener un verdadero monumento histórico y las nuevas generaciones conozcan estos espacios históricos. Y hasta la próxima, ¡abur!
FINANZAS
Alberto Bailleres le llegó el momento preciso
Cuando Alberto Bailleres tenía 35 años, entendió que vivía el momento preciso. Como el mismo me lo ha confesado, al hacerse cargo del conglomerado paterno y sus 7 mil 500 empleados, se “volvió invisible para la sociedad” y se “esforzó no sólo para sobrevivir, sino para conquistar el lugar”. En una sola pieza se fundieron el luchador y el solitario. El resto vino solo. En línea recta o vertical, sin dejar espacio a la improvisación, logró multiplicar la herencia y amasar una fortuna superior a los 16.900 millones de euros que, además, crecerá. En este vertiginoso ascenso se movió como un saurio, de una inmovilidad pétrea hasta que decidió pasar al ataque como un excelente ajedrecista. Entonces, ya es imparable. Este mismo año, tres lustros sin abrir nuevos negocios, no dudó en sorprender al mundo empresarial y aprovechar el fin del histórico monopolio estatal del crudo para crear la primera gran petrolera privada de México.
Ha prevalecido –sobre la política, tema del que no está ajeno, pero si distante—su poderosa visión estratégica. Jamás cayó en la “borrachera” del endeudamiento súbito y sus innumerables negocios los ha mantenido separados, forzando a cada uno a demostrar su valía. Este talante conservador, que le granjeó el respeto/fama del mundo empresarial, lo combina con un discreto perfil público muy ad—hoc. Le incomoda en aparecer en Forbes. Sabe exigir altísima competencia, incluso si se trata de sus siete hijos. Para finalizar con este Rey Midas mexicano, riquísimo hasta la médula, frío en las decisiones, implacable en los ataques empresariales, entró en la plaza y no tuvo miedo. Los toros son su sueño. Finalmente, su Palacio de Hierro—Polanco que lo está agigantando albergará las mejores tiendas (bueno, algunas de ellas de Masaryk) e infinidad de restaurantes gourmet. ¿Qué les parece? Y hasta la próxima, ¡abur!