CANNES, Francia.  Poco se puede decir sobre el cambio climático que no se haya contado ya. Por eso, el documental del francés Luc Jacquet La glace et le ciel, filme de clausura del Festival de Cannes, prefiere centrarse en la historia de un hombre para, a través de su voz, lanzar un grito de alerta.

 

Como suele ser habitual, el delegado general del certamen, Thierry Frémaux, no da puntada sin hilo: la película que cierra esta edición es francesa y además aborda un asunto que este año es uno de los ejes de la vida política gala, ya que París acogerá en diciembre la conferencia mundial sobre el cambio climático (COP21).

 

La glace et le ciel (“El hielo y el cielo”) repasa la vida del glaciólogo francés Claude Lorius, el primer científico que alertó sobre la influencia de la acción humana sobre el calentamiento global.

 

Observando las burbujas que desprendía un cubito de hielo en su vaso de whisky, Lorius dedujo que podría estudiar la evolución de la temperatura en los diferentes estratos de hielo de la Antartida, punto de partida de una rica vida profesional.

 

El documental del autor de La marche de l’empereur (que ganó el Óscar en 2005) mezcla imágenes actuales de Lorius en parajes devastados por el cambio climático con viejos vídeos de sus trabajos en equipos multinacionales en la Antártida, soportando temperaturas de hasta -90 grados centígrados.

 

Una bella fotografía y un buen pulso narrativo, que huye de explicaciones demasiado científicas, dan vigor a una película que se ve sin grandes exigencias, pero que tampoco consigue deslumbrar.

 

“Me parecía pertinente abordar el cambio climático desde un punto de vista humano. La increíble vida de Claude es antes de nada una historia, que es de lo que se trata el cine”, destacó Jacquet en una rueda de prensa tras la proyección para la prensa.

 

Lorius, presente en la misma conferencia, explicó que aceptó embarcarse en el filme tras pensarlo mucho, pero que finalmente se sumó “porque era otra aventura”.

 

Sin duda, la vida del glaciólogo ha tenido momentos muy cercanos a la aventura, como cuando, con 23 años, pisó por primera vez la Antártida para pasar un año recluido junto a otros dos investigadores en la década de los cincuenta.

 

Al respecto de las antiguas grabaciones gracias a las que ha podido hacer su película, el director dijo que tuvieron que reconstruir la epopeya de Lorius “como si fuese un mosaico”, aunque elogió que “cada etapa estuviese filmada como si hubiese habido la intención de preparar esta película ya desde hace 60 años”.

 

Pese a la gravedad de su denuncia, el documental consigue conservar un tono optimista y su realizador mantiene “fe en la Humanidad”.

 

A apenas medio año de la decisiva cita de la COP 21, tanto Jacquet como Lorius mostraron su confianza en que el documental pueda ayudar a concienciar a quienes mandan, ya que “sería calamitoso que no se tomaran decisiones”.

 

Pese a ello, el director desvinculó su película de la conferencia sobre el cambio climático -“cuando empezamos a rodarla no se sabía aún nada”- y recordó que tuvo que hacerse en condiciones financieras complicadas.