KUALA LUMPUR, Malasia. La policía malasia localizó varias fosas comunes en más de una docena de campamentos abandonados por traficantes de personas cerca de la frontera con Tailandia, donde se ha retenido a migrantes de etnia rohingya.
El hallazgo se produjo después de un descubrimiento similar este mes en Tailandia, donde la policía desenterró al menos 33 cuerpos de tumbas poco profundas en su lado de la frontera.
Los macabros descubrimientos arrojan nueva luz sobre la red oculta de campamentos gestionados en la selva por contrabandistas que durante años retuvieron a incontables migrantes mientras extorsionaban a sus familias.
Los migrantes y refugiados víctimas de los traficantes proceden de Mianmar y Bangladesh, dentro de una oleada de personas que huyen su país con la esperanza de llegar a países como Malasia, donde esperan encontrar trabajo.
Más de 3.600 personas —en torno a la mitad bangladeshíes y el resto musulmanes rohingya de Mianmar— han desembarcado en Indonesia, Malasia y Tailandia desde el 10 de mayo, y se cree que miles más siguen atrapados en el barco, algunos en barcos abandonados por los contrabandistas ante una campaña de seguridad regional.
El ministro malasio del Interior, Zahid Hamidi, dijo el domingo a la prensa que la policía trataba de identificar y verificar “las fosas comunes encontradas”.
“Se cree que estas tumbas forman parte de las actividades de tráfico de personas relacionadas con migrantes”, dijo, añadiendo que la policía había hallado 17 campamentos abandonados que se cree utilizaban los traficantes.
Las autoridades malasias no concretaron en un primer momento cuántos cadáveres se habían encontrado o lo viejos que eran los campamentos y enterramientos.
Las autoridades dicen que sabían desde hace años que la zona de la frontera entre Malasia y Tailandia se utilizaba para pasar de forma ilegal a musulmanes rohingya, una minoría perseguida en Mianmar, así como bangladeshíes y otros migrantes, a países como Malasia, que es de mayoría musulmana.
Estados Unidos rebajó el pasado junio la clasificación de Tailandia y Malasia en su evaluación anual sobre cómo gestionan los gobiernos el tráfico de personas, y colocó a ambos países en la categoría más baja.