NUEVA YORK. El ex miembro del comité ejecutivo de la FIFA, Chuck Blazer, aparentemente brindó información clave, que ha sido crucial en la investigación por corrupción en el fútbol iniciada por el Departamento de Justicia estadounidense y que vincula a otros dirigentes del continente americano a una serie de fraudes.
El miércoles se revelaron las acusaciones contra dirigentes del fútbol y otros vinculados con firmas de marketing deportivo por crimen organizado, lavado de dinero y fraude por medios electrónicos por sobornos que se remontan hasta dos décadas. El gobierno estadounidense reveló que Blazer declaró culpable hace un año y medio, y dos hijos del ex vicepresidente de la FIFA Jack Warner también se declararon culpables, según la fiscalía.
La información proporcionada por estos tres hombres parece haber sido clave en la investigación sobre corrupción del Departamento de Justicia. Buena parte del dinero pasó a través de bancos estadounidenses, lo que da a las autoridades federales competencia para perseguir a los implicados de todo el mundo.
“Todos estos acusados abusaron del sistema financiero estadounidense y violaron la ley estadounidense”, afirmó la secretaria de Justicia, Loretta E. Lynch.
Blazer, durante mucho tiempo el administrador en la CONCACAF, es conocido por su enorme barriga, su densa barba, su estilo de vida teatral y su habilidad para dar influencia a Estados Unidos en las negociaciones internacionales sobre este deporte. También se le conoce como el Señor 10 Por Ciento, porque sus contratos incluían comisiones del 10% sobre cualquier acuerdo que negociara.
La fiscalía federal reveló que este directivo que se parece a Santa Claus se declaró culpable el 25 de noviembre de 2013 de seis delitos de evasión fiscal y de un delito de cada uno de los siguientes cargos: conspiración en crimen organizado, conspiración para fraude por medios electrónicos, conspiración para blanqueo de dinero y omisión deliberada de declarar cuentas en bancos extranjeros.
Blazer recibió 750 mil dólares de los 10 millones de dólares pagados como soborno a Jack Warner después de que ambos votaran a favor de que Sudáfrica acogiera el Mundial de fútbol de 2010, según los fiscales. Tampoco presentó una declaración de impuestos en Estados Unidos durante seis años seguidos.
Blazer aceptó devolver unos 1.95 millones de dólares al gobierno, que lo consideró como apenas una parte de lo que había ganado el directivo en sobornos y ventas no autorizadas de entradas para la Copa del Mundo. También aceptó pagar una segunda suma a determinar cuando sea condenado.
Al mismo tiempo, los fiscales señalaron que Daryan Warner se había declarado culpable de conspiración para fraude por medios electrónicos, blanqueo de dinero y estructuración —al hacer depósitos bancarios menores a 10 mil dólares para evitar los controles a sumas mayores— en relación con la reventa de entradas para los mundiales de 2006 y 2010. Daryll Warner se declaró culpable de fraude por medios electrónicos y estructuración, en relación a una hipoteca que contrató para un condominio en Miami.
Parece que después, los Warner proporcionaron información a los investigadores.
La policía de Trinidad informó el miércoles que Jack Warner pasó la noche en prisión luego de entregarse a las autoridades que validaron una orden de arresto a solicitud de Estados Unidos. Un juez fijó su fianza en 2,5 millones de dólares trinitarios, cerca de 395 mil dólares estadounidenses.
Y ahora que más directivos han sido acusados, sin duda los fiscales intentarán presionar a los nuevos sospechosos para que admitan su culpabilidad y proporcionen pruebas de malas prácticas adicionales en los organismos que rigen el fútbol mundial. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, al que algunos acusan de fomentar una cultura de corrupción, no ha sido acusado.
Blazer, graduado en empresas en la NYU, entrenó el club de su hijo en New Rochelle, se sumó a organizaciones locales y regionales de fútbol y se convirtió en vicepresidente de la Federación Estadounidense de Fútbol entre 1984 y 1986.
El directivo, que ahora tiene 70 años, fue secretario general de COCACAF entre 1990 y 2011 bajo la dirección de Warner, y miembro del comité ejecutivo de la FIFA entre 1997 y 2013. Dejó estos cargos después de que hicieran públicas las acusaciones de corrupción contra Warner.
Un comité de integridad de CONCACAF criticó duramente a Blazer en abril de 2013. El comité afirmó que había recibido más de 20,6 millones de dólares en compensaciones de CONCACAF entre 1996 y 2011, hizo que la federación subvencionara su residencia en Nueva York, comprara apartamentos en Miami y firmara acuerdos de compra o abonara pagos por apartamentos en el complejo Atlantis, en Bahamas. El informe también acusó a Blazer de utilizar fondos del organismo para comprarse un vehículo Hummer de 48.000 dólares.
Entre 2004 y 2011, Blazer y otros altos directivos de CONCACAF cargaron a la empresa más de 26 millones de dólares en gastos de empresas de las tarjetas de crédito personales American Express de Blazer. Un empleado de la Confederación dijo que Blazer fomentaba el uso de sus tarjetas porque quería reunir puntos de fidelización de American Express.
Blazer hablaba en un blog sobre sus viajes y sus comidas y contaba entre sus amigos al presidente ruso, Vladimir Putin, y el fallecido líder sudafricano Nelson Mandela.
El pasado noviembre, el New York Daily News indicó que Blazer había empezado a trabajar con el gobierno estadounidense en 2011 y que llevaba un llavero con un micrófono integrado para grabar a otros directivos. Según medios, el directivo sufre cáncer de colon y otros problemas de salud. Se ha negado a hablar con la prensa.
Eso fue aproximadamente un año antes de que dos miembros del comité ejecutivo de la FIFA fueran suspendidos antes de las votaciones sobre los países anfitriones de los mundiales de 2018 y 2022, el comienzo de una serie de escándalos que no ha remitido. Antes de la votación, Blazer criticó la candidatura de Catar en comentarios que se han repetido durante cinco años.
“Puedes poner aire acondicionado en un estadio”, dijo al Wall Street Journal. “Pero no veo cómo puedes poner aire acondicionado en todo un país”.
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