RABAT, Marruecos. A golpe de tambor comienza un desfile distinto a otros. Las modelos no son profesionales y ese es precisamente su encanto. Suben a la pasarela, unas más tímidas que otras, y caminan con naturalidad y sencillez mientras sonríen al público.
¿Qué es lo que diferencia las prendas de estas modelos de otras en el competitivo y amplio mercado de la moda?. La explicación es simple. Cada una de las chilabas, pantalones o camisas están bordadas por mujeres en situación de vulnerabilidad. Mujeres que huyeron de la guerra o de la hambruna en sus países de origen.
Encontraron en la costura una forma diaria de subsistir. Son costureras que huyeron de la guerra o de las penurias económicas en sus países de África y Asia y que han conseguido salir adelante gracias a un pequeño taller “humanitario” de alta costura en un barrio popular de Rabat.
No todas son inmigrantes, el grupo de costureras también está formado por marroquíes que por un motivo u otro han sido víctimas de alguna penuria.
Mujeres que no podrían permitirse pagar ninguna de las prendas que cosen cada día en ese pequeño taller situado en un barrio popular de la capital marroquí.
Fue ahí donde nació hace unos años, gracias a su destreza tejiendo, y con el apoyo de la fundación Orient-Occident, la marca de ropa de alta costura Migrants du Monde.
Un taller humanitario
Cuando se entra en el taller, que se encuentra dentro de la fundación, lo primero que llama la atención es la diversidad y la intensidad de los colores en las prendas.
El taller, en el que también se puede comprar los modelos que se van realizando, es un espacio rodeado de patrones y máquinas de coser donde las mujeres utilizan con talento la aguja y, una vez finalizada la prenda, la planchan cuidadosamente.
A primera vista, la ropa parece sencilla. Sin embargo, es en los pequeños detalles de una holgada camisola de playa, por ejemplo donde se adivina o descubre la mezcla de culturas y la multiculturalidad que diferencia a las prendas. Si esto ha sido posible es porque muchas de las mujeres que han pasado por el taller han dejando pinceladas de la tradición textil de sus lugares de origen.
Bordados sirios, palestinos, iraquíes o afganos han dado lugar a una colección con influencias africanas y asiáticas. Hoy estas piezas se vende en hoteles de lujo o en boutiques situadas en ciudades como Barcelona, París, Nueva York y Marrakech.
Tejidos nobles
Vestidos con el efecto “tie-dye”, túnicas de lino, abrigos de terciopelo, prendas de playa, baño o mantelería.
Estas prendas exclusivas, merecen, claro está, dar el salto a una pasarela en la que se mezcla lo formal y lo informal y donde el objetivo de las modelos, voluntarias y amigas, es ayudar a promocionar estas colecciones de ropa de alta costura.
Después de varios años apoyadas por organizaciones humanitarias, ahora se enfrentan al reto de formar una cooperativa para salir hacia adelante.
Los precios de Migrants du Monde oscilan entre 500 y 4 mil dirhams (unos 45 euros a 370 euros), y aunque no son asequibles para todo el mundo se trata de un dinero invertido en una prenda distinta y elegante que ayudará a estas costureras a sobrevivir.
Una forma de entender la moda haciendo del sector de la alta costura, tan exclusivo y elitista, una nueva vía de solidaridad con la inmigración.