Como si los millones de niños estudiantes mexicanos no existieran. Como si las miles de escuelas públicas construidas a lo largo de nuestras vidas estuvieran cerradas; como si la necesidad de nacer-crecer-reproducirnos en educación no fuera la base del conocimiento, del desarrollo social y del mundo distinto, así quedó nuestro país el viernes 29 de mayo cuando la Secretaría de Educación Pública (SEP) decidió suspender “indefinidamente” los procesos de evaluación magisterial.
A unos cuantos días de las elecciones intermedias del ‘domingo siete’ de junio, y bajo la amenaza de bloqueo –de los que es especialista la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)–, el gobierno federal politizó el tema y decidió dar marcha atrás a una de las piedras de toque de la Reforma Educativa aprobada en 2013 y promesa firme del Pacto por México firmado por el PRI-PAN-PRD en diciembre de 2012: todo, hoy, agua de borrajas.
El 15 de mayo pasado, el presidente Enrique Peña Nieto dijo que la Reforma Educativa –léase evaluación magisterial—habría de aplicarse en la República Mexicana, bajo toda circunstancia. Aun hace unos días desde la SEP y organismos vinculados con la educación hablaban de mantener en firme el proceso evaluatorio. Todo iba encaminado y ahora deja en el aire a los más de 250 mil maestros y directivos que ya estaban inscritos para los procesos de ingreso y promoción…
Y todo por nada… o casi nada; todo porque un gobierno federal se muestra débil y un gobierno estatal, como es el de Oaxaca con un gobernador ineficiente, como ha demostrado ser Gabino Cué Monteagudo, no han podido contener a un grupo magisterial que ha decidido tomar por su cuenta a la educación en México a su tono y a su modo: paros magisteriales un día sí y otro también a fin de mantener privilegios provenientes de un sindicalismo mexicano mal entendido, mal interpretado y malévolamente manipulado y arruinando el futuro de por lo menos 1 millón 300 mil estudiantes de primaria tan sólo en Oaxaca…
El problema de la educación es grave en México. Se ha prefigurado, ya, un panorama desolador para el futuro del país derivado de la incapacidad gubernamental y el fracaso magisterial y que se resume en que en el reciente Informe de Capital Humano del Foro Económico Mundial se nos ubica en el puesto 102 de 124 países con la más baja calidad educativa del mundo, o que el informe PISA diga que 55% de los alumnos mexicanos no alcanzan el nivel básico en matemáticas y que el 41% del estudiantado no llega al mínimo de comprensión lectora. Ese es el país que están construyendo-que están destruyendo SEP-CNTE.
¿En dónde radica la confrontación entre ambas organizaciones, una responsable de la educación nacional (SEP) y otra ya de tono político y responsable de los fueros y privilegios de sus agremiados (CNTE)?
Uno propugna por una Reforma educativa ampliamente discutida, analizada y aprobada constitucionalmente. Sí necesaria. Pero la ha convertido en ficha de cambio electoral.
El otro (CNTE) propugna por mantener los privilegios políticos y económicos de sus dirigentes; negociación de posiciones; nula evaluación porque significaría el reconocimiento del bajo nivel profesional de sus agremiados; la pérdida de plazas magisteriales pues ha incrustado a maestros que no lo son, ha beneficiado a familiares que no son mentores con dos o más plazas y que ha impedido que los maestros se actualicen.
El CNTE es una entidad política en la que no todos los que están ahí entienden de educación, si de movilizaciones y confrontación ¿para qué?…
La CNTE tiene su imperio en estados como Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Chiapas y ha decidido que si no se le cumplen sus múltiples peticiones interminables, bloqueará las elecciones del 7 de mayo, unas elecciones de por sí envenenadas por el fallido sistema de partidos mexicano, unas elecciones que prometen la más alta abstención, unas elecciones teñidas de sangre y candidatos-fracaso: el bloqueo incrementaría aún más el fracaso electoral…
El gobierno se siente débil. Lo sabe. Está débil y ha cedido su ‘rectoría de la educación en México’. Hay indignación social por el estado de la economía y de la inseguridad pública. Hoy esa inconformidad se agrava porque toca una de las fibras más sensibles de todo mexicano: la educación de sus hijos.
Nadie, desde el comienzo de la propuesta de evaluación, ha dicho no a este procedimiento. Sí es indispensable saber quién puede y quién debe enseñar a los niños y muchachos mexicanos. Sí es urgente que los maestros que cobran por enseñar, enseñen, y enseñen bien.
Frente a esta decisión del gobierno federal de suspender la evaluación magisterial porque hay “nuevos elementos en el proceso de evaluación” a dos años y medio de su gestación, hace que la Reforma educativa fracase. Y que junto con este fracaso, fracase la expectativa de cambios que se prometió al iniciar este gobierno: nada está en marcha: todo es una detente.
Sí necesitamos un gobierno demócrata y que en ley, haga cumplir la ley. Si necesitamos la protección de los trabajadores de México, pero en un sindicalismo entendido como propiciatorio de justicia y legalidad.
El secretario Emilio Chuayffet pierde un round frente a la CNTE… Pero no es el fin aun: ¿qué sigue? ¿Importa más el gremio beligerante que la educación de los mexicanos por la que todos trabajamos y por la que todos soñamos y consideramos factor de libertad, democracia y cambio?