ADDISON. El ex gobernador de Texas Rick Perry anunció hoy su intención de aspirar por segunda vez a la Presidencia de Estados Unidos, reto que afronta más preparado que en 2012, aunque ya no figura entre los favoritos para obtener la nominación republicana.
El líder republicano prometió para todo el país la receta aplicada en Texas durante sus años al frente de la Gobernación (2000-2015): crecimiento económico basado en la creación de empleo y los estímulos a las inversiones, reducir la intervención del estado y recuperar el liderazgo en el mundo.
“El liderazgo no es hacer un discurso en el Senado. No es lo que dices, es lo que haces. No encontraremos el liderazgo que necesitamos para levantar el país entre la clase política de Washington”, dijo Perry desde un hangar del aeropuerto de Addison, muy cercano al cuartel general que Toyota está construyendo en Texas tras dejar California, lo que supone otro éxito de su gestión.
En el hangar de Addison, decorado como si de una fiesta del 4 de julio se tratase, Perry se rodeó de veteranos de guerra de alto rango y decoró el escenario con un avión militar C-130 como los que pilotó entre 1972 y 1977, cuando sirvió en la Fuerza Aérea.
Con tal decorado, el ex gobernador, también un veterano de guerra, se preocupó mucho de recordar ese pasado militar.
Nacido hace 65 años en Paint Creek, un pueblito de poco más de 300 habitantes ubicado en el Lejano Oeste estadounidense y frecuentado por vaqueros y ganado, Perry también recordó su origen humilde: el rancho familiar tuvo siempre una letrina, su madre le cosió la ropa hasta que llegó a la Universidad y la única preocupación de su padre era llevar el pan a la mesa.
Tras 30 años de servicio público en Texas, el estado de la estrella solitaria le ha quedado pequeño a Perry, que aspira a recuperar la Casa Blanca para los republicanos tras el mandato del demócrata Barack Obama, considerado muy oscuro para los conservadores.
La tarea no es fácil, pues en 2012 Perry partía como uno de los favoritos, pero dilapidó su ventaja durante un debate con otros precandidatos republicanos, cuando no fue capaz de nombrar una de las tres agencias federales que pretendía eliminar de ser elegido presidente.
Desde entonces, el líder texano se ha preparado sin tregua para su segundo asalto a la Casa Blanca, pero en la retina de los estadounidenses sigue el debate de 2012 y Perry no encabeza ninguna encuesta para la contienda del año que viene, ni siquiera en su feudo, Texas.
Hace meses que Perry vive a caballo entre Iowa, Nuevo Hampshire y Carolina del Sur, los tres primeros estados en votar en las primarias y en los que el republicano se juega sus aspiraciones.
De hecho, después de la obligada parada de hoy en Texas para anunciar la candidatura, Perry puso rumbo a Iowa, el estado en el que más le sonríen los sondeos.
En su discurso, el aspirante no hizo alusión al fiasco de su anterior intento presidencial, tampoco al proceso legal abierto en su contra por abuso de poder y coacciones, los dos principales obstáculos que afronta su campaña actual.
En su lugar, el líder republicano se dotó de épica militarista, lanzó amenazas contra Irán y Rusia, prometió blindar la frontera con México y congelar la regularización de casi 5,5 millones de indocumentados promovida por el presidente, Barack Obama.
Con la entrada de Perry, ya son diez los aspirantes a la concurrida contienda republicana en la que aún faltan pesos pesados del partido como Jeb Bush, que se espera que anuncie su candidatura el próximo 15 de junio en Miami. EFE