México es un equipo pesado, con poco futbol  apenas pudo empatar a cero contra Bolivia, un equipo corto en talento y nulo en ideas.

 

Los dirigidos por Miguel Herrera por momentos se vieron abrumados por la presión, su ansia por ganar hacía que fallaran pases primarios o que se nublaran a la hora de salir jugando.

 

La coordinación de la mente con el cuerpo no existió, mientras que la primera iba a mil por hora, el segundo simplemente no respondía.

 

El estadio Sausalito de Viña del Mar, ese donde México consiguió su primer triunfo en un Mundial hace 53 años, fue testigo de un partido sordo, con jugadas de peligro contadas con gotero.

 

Los bolivianos tuvieron un par en el primer tiempo, más por casualidad que por buen futbol, una fue al poste y otra la sacó Jesús Corona.

 

Por su parte México, también tuvo dos claras, la primera, Raúl Jiménez no pudo conectar el balón de frente al arco, la segunda, Javier Aquino entró al área sin marca y se dejó caer ante la llegada del defensa.

 

Dos llegadas por bando y poco más en los segundos 90 minutos de la Copa que, más que nunca necesita la llegada de Messi, James y Neymar para que de una vez por todas explote.

 

México enfrentará  a Chile el próximo lunes en el Nacional de Santiago  y será por los resultados, un juego de matar o morir.