DURANGO. La duranguense Sara Medina, quien fue cabo del cuerpo de Marines de los Estados Unidos y murió el 12 de mayo pasado en el desplome de un helicóptero, que servía en una misión de apoyo a damnificados del terremoto en Nepal, hoy es recordada en su tierra natal como una gran guerrera y excelente hija.

 

Las autoridades estatales le rinden este viernes un homenaje de cuerpo presente, por su labor humanitaria, su valentía y su vida.

 

El gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera, encabezó la guardia de honor en el homenaje a Sara Medina.

 

Con la voz quebrada, la madre de esta soldado estadunidense, Cecilia López, comentó a Notimex sobre la vida de su hija, y cómo desde pequeña se le dio la vocación de servir a quienes más lo necesitan, por lo que a los 23 años ya había participado en varias misiones en Asia, entre otros.

 

La madre, quien dijo sentirse satisfecha del trabajo que había hecho Sara, por la educación que se le dio y por su espíritu de servicio que era su gran pasión, reconoció que en un principio llegó a estar en desacuerdo e inclusive tuvieron algunas discusiones pues ella sabía del peligro que corría.

 

Sin embargo, señaló que al cumplir los 18 años se enlistó y realizó todos los exámenes en donde fue aprobada y aceptada en el cuerpo de Marines.

 

Recordó que los tres primeros meses fueron muy difíciles puesto que tienen un entrenamiento muy rudo, inclusive no tenían contacto más que por cartas.

 

Mencionó que al final del entrenamiento, les permiten una llamada de 20 segundos y ella la invitó a su graduación, a donde orgullosamente fue para apoyarla en ese momento importante para Sara.

 

Después de eso, abundó, Sara estuvo en varias encomiendas dentro de Estados Unidos, después de tres años, la asignaron a varias misiones en Japón.

 

Al suceder el terremoto en Nepal, y por la cercanía en la que estaba fue enviada junto con sus compañeros para ayudar a los damnificados en aquel país.

 

Dijo que ella se desempeñaba como fotógrafa, y antes de irse a Nepal, Sara se comunicó con Cecilia y le comentó sobre su posible viaje, y a pesar de que su corazón presentía algo, lo único que hizo fue dejarla en manos de Dios. “Y me la mandaron y sucedió el accidente”.

 

Sara Medina creció en Durango, a los 11 años su madre la llevó a vivir junto con su hermano a Chicago, Estados Unidos, pero no le gustaba vivir en esa ciudad porque la consideraba muy fría, aseveró Cecilia.

 

Por ello, se decidió que la sepultarían en Durango, “pues aquí está toda la familia”.

 

Cecilia refirió que no descarta regresar a su tierra, por lo que no quería que el cuerpo de su hija estuviera en una ciudad que no le gustaba.