Decíamos ayer, bueno, hace exactamente un par de años: Igual que en el antiguo tango, el PAN podría cantar con desaliento la triste realidad que vive, ya perdida su identidad: “Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas yo no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro y el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá”.
El pasado que sueñan y añoran la mayoría de los militantes del PAN, es el de las duras épocas en que cumplía su histórico papel en la oposición frente al hegemónico y autoritario PRI, cuando los panistas estaban empeñados en lo que Manuel Gómez Morín, el fundador, definió así: “No olvidemos que nuestro deber es permanente, no lucha de un día, sino brega de eternidad”.
Fue lento el ascenso del PAN en la vida pública del país a partir de septiembre de 1939 en que se constituyó como partido. El propio fundador reconocía esa situación: “No hemos tenido mucha ansiedad de llegar a los puestos de gobierno. Reconocemos inclusive que si mañana, por uno de esos trastornos políticos a fondo, Acción Nacional tuviera que hacerse cargo del gobierno, tendría que hacer un esfuerzo intenso para formar un equipo”.
En 1946 el PAN obtuvo sus primeras victorias electorales y colocó a Manuel Torres Serranía en la presidencia municipal de Quiroga y a Alfonso Hernández Sánchez en una diputación local en Zamora, ambos en Michoacán. Medio siglo después de la fundación, el partido tuvo a su primer gobernador: Ernesto Ruffo Appel, en Baja California, el 1 de noviembre de 1989. Fue entonces, al comenzar la década de los años noventa, durante el régimen de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), cuando el PAN inició su ascenso al poder y, simultáneamente, el descenso en sus principios fundacionales.
La caída imparable -la rodada- comenzó con el pragmatismo político que empujó a sus líderes a abandonar las tesis de Manuel Gómez Morín, quien había definido al partido como: “Una asociación de ciudadanos en pleno ejercicio de sus derechos”.
A pesar de los buenos deseos de Gómez Morín, los profesionales de la política marginaron a los ciudadanos y se hicieron del control del PAN; llegaron a la Presidencia de la República con Vicente Fox Quesada el 1 de diciembre del año 2000 y repitieron el triunfo, medio cuestionable, con Felipe Calderón Hinojosa.
Y hasta ahí llegaron esos políticos supuestamente profesionales, porque demostraron que no eran los mejores. Tal vez tampoco son los peores, pero no forman aquella gómezmorinista “asociación de ciudadanos en pleno ejercicio de sus derechos”.
Los panistas fueron echados de la residencia oficial de Los Pinos el 1 de diciembre de 2012 por ineptos. Incapaces de digerir la derrota que los arrojó al tercer lugar en las elecciones presidenciales, empezaron a destrozarse en una batalla campal interna, y no parece haber otro destino para ellos que cantar: “Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.”
(Hasta aquí lo que dijimos hace dos años)
Después de haber sufrido una estrepitosa derrota en las elecciones intermedias del pasado domingo 7 de junio, los calderonistas quieren regresar, con la señora Margarita Zavala al frente, quien “De la mano de los ciudadanos”, dixit, pretende retomar la tesis de Gómez Morín, pero no para salvar al PAN sino para ella misma. “Chinguenguenchona la señora, chinguenguenchona”, le gritan desde ultratumba los demonios blanquiazules.
Hay algo -una cosa más entre muchas otras- que trabaja en contra de la postulación de Margarita Zavala de Calderón como candidata presidencial en la elección 2018, apuntan los observadores políticos objetivos: su miedo a someterse al juicio del electorado, miedo acreditado y demostrado por lo menos en dos ocasiones.
La primera de esas ocasiones fue cuando su partido le negó la diputación federal plurinominal y a cambio le ofreció una candidatura por la vía de la elección. La señora Zavala se negó a disputar la diputación haciendo campaña a ras de tierra y enlodándose sus finas zapatillas Gucci, Chanel o Ferragamo, en cualquier sucio rincón del distrito que le tocara en suerte.
La segunda ocasión en que la esposa del ex presidente Felipe Calderón fue víctima del pánico escénico fue cuando anunció y luego reculó en su ambición por hacerse del poder como dirigente del PAN.
¿Y así quiere ser candidata presidencial la señora? Pues solamente que inventen candidaturas presidenciales plurinominales.
Sobre la sucesión en la dirigencia del PAN, tendremos que referiremos en otro comentario.