A propósito de una información sobre la honradez de un taxista mexicano en Uber por anunciar y devolver una cartera olvidada en su taxi, sucede en Estados Unidos que el precio de las licencias de taxi, que en su momento llegó a alcanzar hasta el millón de dólares en ciudades tales como Nueva York, se está desplomando.
Lo que está provocando es que los taxistas tradicionales están vendiendo sus licencias y se están uniendo a Uber. El impacto financiero es desastroso para los taxistas tradicionales.
En respuesta a este desafío que enfrenta la industria del taxi, Chicago ha lanzado una aplicación oficial de taxis de la ciudad, aunque realmente ya no hay una vuelta atrás. Con un nivel de servicio que parece muy superior cuando los conductores están sujetos a un sistema de evaluación que penaliza el mal servicio, invita desde luego a no mirar hacia lo tradicional.
El que una evaluación baja conlleve una llamada de control y una petición de explicaciones, y haga que se quede fuera, supone una presión muy importante, y conlleva a un nivel de servicio normalmente bueno. En muchas ocasiones, lo que busca el usuario no es la opción más barata ya que factores como la comodidad al solicitar el servicio, o el ver venir el vehículo en el mapa, incluso el poder pagarlo todo directamente con la tarjeta de crédito incluida en la aplicación.
Pasar de un servicio que está regulado y ejercido mediante un sistema de licencias a otro que es gestionado por conductores que deciden por su cuenta el momento para salir con sus automóviles particulares a ofrecer el servicio supone un resultado muy positivo para el usuario, y por descontado, un mercado de trabajo mucho más flexible para un gran número de personas que pueden tener opciones de obtener ingresos.
Esta transición es inevitable, y desplazarse por la ciudad es mucho más sencillo y agradable que antes. Sucede como otros sectores reinventados en producto o en distribución. Si bien a Uber ha sido prohibido en parte de Europa, no se ha dado pro vencido puesto que todavía no hay resoluciones definitivas a nivel de estados. Quizás como empresa pueda derrotarse legalmente ya que tiene muchos puntos débiles, pero como modelo, con varios cambios, es una guía que nos indica hacia dónde se va a mover el negocio.
Uber está vivo en México, pero en otros países está en stand by por las denuncias de los colectivos de taxi tradicional. Pasarán después otras empresas con el mismo modelo más perfeccionado o más cauteloso para blindarse contra normas. En realidad, todos estos casos de disrupción tecnológica tienen el problema de la inseguridad jurídica. La velocidad de cambio que experimentan las nuevas tecnologías es una tendencia y no da tiempo a que se desarrollen las leyes pertinentes, y menos aún a que se asiente la jurisprudencia. Las tecnologías desbordan los sistemas de garantías tradicionales consolidados.
Es la otra cara de la moneda, por un lado la maravilla de la tecnología pero por otro lado la incapacidad de respuesta legal ante estos cambios tecnológicos provoca abusos. Para los detractores, este tipo de servicio como Uber supone una liberalización encubierta bajo la denominación de economía colaborativa. Y si llegara el momento en que desapareciera el taxi tradicional, los precios subirían, tal y como ya sucede precisamente en San Francisco donde nació Uber.
Hoy en día, los taxis tradicionales también cuenta con aplicaciones que nada tienen que envidiar a la de Uber, en las que se puede pagar a través del celular, pedir taxi por anticipado, tener conductor favorito, entre otras funciones. Claro que la propia estructura de los taxis tradicionales con el número limitado de licencias y por tanto, escasez de taxis resulta desesperante, sobre todo en ciudades con un tráfico infernal y con acontecimientos importantes, como lo es la ciudad de México.
La alternativa de tomar un taxi al viejo estilo de “atrapar” al primero que uno aviste, resulta demasiado riesgoso no sólo por la probabilidad de dar con un incompetente que da vueltas sin encontrar deliberadamente el destino, sino por cuestión de seguridad. Por eso, Uber en la ciudad de México se ha convertido en la alternativa.