WASHINGTON. El escritor estadounidense James Salter, un maestro analista de las relaciones humanas admirado por su cuidada y sofisticada prosa, falleció hoy a los 90 años en Sag Harbor, Nueva York.

 

La esposa de Salter, Kay Eldredge, confirmó su muerte al diario The New York Times, aunque no especificó la causa del fallecimiento.

 

Miembro de la misma generación que Richard Yates, considerado maestro por Richard Ford y estudiante en la escuela militar de West Point dos cursos por detrás de Jack Kerouac, Salter no fue el más popular de todos ellos, pero el tiempo lo revalorizó y cada vez más autores comenzaron a citarlo como referencia.

 

Su novela más famosa sigue siendo “A sport and a pastime” (“Un deporte y un pasatiempo”), una obra corta publicada en 1967 sobre una intensa aventura amorosa en Francia que hoy se considera un clásico de la literatura erótica.

 

Los galardones que recibió fueron por sus relatos cortos: ganó el PEN Book Award por la colección “Dusk y otros relatos” (1988) y recibió dos homenajes por las historias breves escritas a lo largo de su carrera: el premio Rea y el premio PEN/Malamud.

 

Lejos de obsesionarse con ser prolífico, Salter trabajaba despacio y con cuidado, y a lo largo de su vida solo publicó seis novelas y dos colecciones de relatos.

 

Directo y sin metáforas

 

En abril de 2014, Salter habló en una entrevista con Efe sobre su vida y su obra, poco después de publicar “All That Is” (“Todo lo que hay”), su primera novela desde 1979.

 

“No creo que muchas de mis ideas hayan cambiado mucho, pero sí mi manera de escribir. He dejado deliberadamente la filosofía atrás, he escrito más directo, sin metáforas. Con la edad la poesía desaparece, se pierde la capacidad para la sorpresa y el asombro. Pero la energía la tengo“, dijo entonces Salter a Efe.

 

El escritor nacido en Manhattan, Nueva York en 1925, que cumplió 90 años hace apenas diez días, aseguraba en esa entrevista que sigue pensando lo mismo que escribió en 1975 en su novela “Años luz”: que la vida deja en la antesala al conocimiento y se rinde a la pasión, la energía y la mentira.

 

Reconocía, también, el peso que tuvieron en su carrera el erotismo y la sensualidad que marcaron su novela de 1967.

 

“El sexo es para mí algo de una importancia inmensa, pero del tipo de importancia que brota de manera natural, que no genera preguntas”, afirmó.

 

Casado dos veces y con cinco hijos, Salter descubrió que quería ser escritor durante su tiempo en el Ejército estadounidense, que abandonó en 1957, años después de graduarse en la academia militar West Point y ser piloto durante la guerra de Corea.

 

En 2014, Salter fue candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que finalmente fue a parar al irlandés John Banville.