KABUL. Apenas iniciada la sesión en la que la Cámara Baja tenía previsto tratar el nombramiento de Masoum Stanekzai como nuevo ministro de Defensa, una fuerte explosión que llenó de humo y cristales el hemiciclo alertó a los parlamentarios de que los talibanes estaban atacando el Parlamento del país.

 

La diputada Shakiba Hashimi, que se encontraba en el interior del Parlamento en el momento del ataque, describió que cayeron escombros sobre los presentes en la sala cuando “algo golpeó el techo del hemiciclo” y “los cristales de las ventanas se rompieron”.

 

Según Hashimi, la explosión generó una situación de pánico y todo el mundo trató “de correr y huir” del lugar, aunque “gracias a Dios ninguno de los parlamentarios resultó muerto o herido”, añadió.

 

En el ataque, que comenzó con la explosión de un vehículo cargado con explosivos en el exterior del edificio, murieron un niño y una mujer que se encontraban en las proximidades de la Cámara Baja, dijo el vocero de la policía de Kabul, Ebadullah Karimi.

 

Los 31 heridos fueron trasladados al hospital Istiqlal, centro sanitario cercano a la sede legislativa, de acuerdo con el portavoz del Ministerio de Salud Pública, Ismail Kawusi.

 

El ataque talibán concluyó con la muerte de los siete atacantes, según informó en su cuenta de Twitter el vocero del Ministerio de Interior afgano, Sediq Sediqqi, que remarcó que no hubo heridos entre los legisladores, que fueron evacuados.

 

El vocero de la policía de Kabul, Ebadullah Karimi, dijo que no se produjo ninguna víctima entre los militares y policías afganos y que toda el área fue controlada por las fuerzas de seguridad afganas.

 

“Se produjeron diez explosiones que causaron importantes bajas y tuvo lugar un enfrentamiento”, indicó el vocero talibán, Zabihulá Muyahid, en la red social Twitter al reivindicar el ataque perpetrado por varios suicidas.

 

Los talibanes comenzaron hace dos meses la ofensiva de primavera, una campaña que repiten año tras año y que ahora ha supuesto un aumento en sus acciones armadas en todo Afganistán.

 

Los insurgentes mantienen una lucha en Afganistán con el grupo terrorista Estado Islámico (EI), que trata de asentarse por la fuerza en el país asiático y disputar a los talibanes la hegemonía en la lucha contra el Gobierno afgano.

 

El presidente de Afganistán, Ashraf Gani, condenó el ataque a través de un comunicado, en el que aseguró que este tipo de acciones “terroristas” contra “inocentes” durante el mes sagrado del ramadán es un acto contra el islam.

 

Gani había arremetido a comienzos de junio contra los talibanes por querer imponer a su Gobierno un diálogo al aumentar la violencia semanas después de iniciar contactos y advirtió de que responderá “a la guerra con guerra”.

 

Representantes del Alto Consejo para la Paz afgano, de la sociedad civil y de los talibanes se sentaron a la misma mesa el 2 y 3 de mayo en Catar en una reunión “informal”, tras la que el grupo insurgente presentó una serie de demandas para el inicio de conversaciones de paz.

 

Un país clave en la mesa de negociaciones con los insurgentes es Pakistán, al que Gani pidió primero ayuda para sentar a los talibanes en la mesa de negociación y luego llamó a tomar medidas en su contra con la detención de sus líderes.

 

Kabul e Islamabad han mantenido una tensa relación en los últimos años con la acusación de que Pakistán ha tratado de desestabilizar Afganistáncon el apoyo a grupos insurgentes que atentan en su país.

 

“El Gobierno de Pakistán condena de manera rotunda el ataque. (…) El terrorismo es el enemigo común de Afganistán y Pakistán y se deben dar pasos al unísono para derrotar los perversos designios de los terroristas”, señaló el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, en un comunicado.