México está en medio de una coyuntura educativa que, hasta el momento, ha resultado más costosa que benéfica para el país.

 

El principal costo quizá esté siendo el que la autoridad está gastando dinero y tiempo en administrar un conflicto magisterial en vez de invertir esos recursos en el desarrollo de currícula académica que estimule el ingenio y la creatividad desde edades tempranas para formar talento innovador y despertar el espíritu emprendedor.

 

Las universidades se han convertido en un negocio que hoy por hoy ‘produce’ desempleados, genera semestre a semestre ejércitos de empleados más o menos calificados -según cada institución- en un mundo que -en términos relativos- ya no ofrece empleos.

 

Las empresas buscan talento ‘intraemprendedor’, es decir líderes calificados capaces de tomar decisiones y riesgos dentro de una compañía con el coraje y astucia de un emprendedor.

 

No es disparatado ver cómo una empresa sustituye con un par de tabletas y algunas apps los servicios de recursos humanos del área administrativa o a proveedores. Si somos radicales podemos llegar a la conclusión que la falta de innovación y empuje intraemprendedor ha puesto al egresado mexicano en un punto donde la máquina lo empieza a sustituir.

 

La educación debería ser entonces la madre de todas las reformas. Los niños son el futuro del país y es lamentable ver cómo en la educación pública y gran parte de la oferta académica privada sigue siendo la memoria la plataforma del aprendizaje.

 

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Hoy, la memoria de la humanidad es el internet, entonces la plataforma del proceso enseñanza- aprendizaje debería ser un modelo que oriente a los niños a descubrir el conocimiento y, a partir de él, construir nuevo conocimiento mediante la creatividad e innovación, es decir basar la educación en principios constructivistas.

 

Si hoy nos espanta la desigualdad social y la asimetría en cuanto a las oportunidades de acceder a escuelas de calidad, no quiero imaginar el contexto de México en 10 años sin talento humano con verdaderas capacidades innovadoras que generen patentes e iniciativas emprendedoras con impacto social.

 

Iniciativas empresariales emprendedoras con impacto social deberían ser el enfoque para un país que aspira a la competitividad global. Modelos de negocio innovadores orientados a atender las necesidades que imponen los principales rezagos sociales que mantienen a México con un futuro ensombrecido.

 

Es notorio que la Secretaría de Educación Pública no está haciendo nada de fondo para que el proceso de enseñanza-aprendizaje evolucione en ese sentido. Las autoridades limitan convenientemente la modernidad educativa a conectar una computadora a un internet -lento y limitado-. ¿Y los docentes capacitados para orientar a los alumnos?

 

¿Por qué los maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) no toman la estafeta y empiezan a predicar con ejemplo de liderazgo para crear un modelo de enseñanza-aprendizaje basado en principios constructivistas?

 

De los maestros que quieren ser evaluados a modo pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no hay mucho que decir si del desarrollo de la educación en México se trata.

 

Y ante la ausencia de autoridades y maestros en este tema ¿qué han hecho las universidades para desarrollar un verdadero paradigma orientado a formar talento capaz de concebir iniciativas emprendedoras con impacto social? Pareciera que en la complejidad del mundo competitivo las universidades, en su gran mayoría, siguen en su zona de confort haciendo de la educación superior un lucrativo negocio sin gran valor diferencial para los egresados.