PARÍS. Los taxistas franceses hicieron huelga el jueves en todo el país, complicando el tráfico en las grandes ciudades y frenando el acceso al aeropuerto parisino de Charles de Gaulle tras semanas de crecientes y en ocasiones violentas tensiones por el servicio Uber.

 

Los viajeros que intentaban llegar a tiempo a sus vuelos caminaban por el lado de la autopista, arrastrando las maletas mientras la policía antimotines lanzaba gases lacrimógenos para repeler a algunos huelguistas.

 

Pese a los reiterados veredictos que ilegalizan el servicio de precio mínimo de Uber, sus conductores siguen recorriendo las calles de Francia y la firma estadounidense hace esfuerzos activos por aumentar el equipo.

 

France Taxi Strike
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Otro servicio más caro de Uber sigue siendo legal, pero es una fuente de creciente frustración para los taxistas, que pagan decenas de miles de euros por sus licencias y que afrontan quejas de los consumidores sobre que se resisten a cambios como el empleo de tarjetas de crédito y la geolocalización.

 

Los taxistas se quejan de que la empresa sabotea injustamente sus servicios al ofrecer precios más bajos, y en las últimas semanas casi 100 conductores de Uber han sufrido ataques, en ocasiones cuando llevaban clientes.

 

En un caso, un pasajero de taxi quedó con el rostro golpeado y un ojo morado tras elogiar a Uber.

 

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El gobierno, por su parte, señaló que se han presentado unas 500 demandas en todo el país relacionadas con UberPop. Las autoridades insistieron en su preocupación por la seguridad de los pasajeros, e insistieron en que no están protegidos en caso de accidente de un conductor de UberPop.

 

“La economía no es la ley de la selva”, dijo Claude Bartolone, presidente de la asamblea Nacional, a la televisora BFM.

 

La huelga

 

Decenas de huelguistas se congregaron en la carretera de circunvalación de París, cerca de una importante entrada a la ciudad, y salieron corriendo cuando la policía antimotines intentó atraparlos. Los taxistas atacaron a un fotógrafo, señaló el subdirector del diario Liberation, Johan Hufnagel.

 

Imágenes tomadas en toda la ciudad reflejaban el descontento de los taxistas, que volcaron un auto de un servicio de transporte similar a Uber, rajaron los neumáticos y dejaron agrietado el cristal delantero.

 

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La policía revisaba los autos que entraban en los aeropuertos para evitar incidentes violentos.

 

Innovaciones tecnológicas como las aplicaciones de celulares han sido un quebradero de cabeza para las autoridades francesas a la hora de adaptarlas a las leyes nacionales. Y en Francia, donde el desempleo alcanza dobles dígitos y más prevalente entre hombres jóvenes y personal no cualificado, muchos de los desempleados buscan oportunidades económicas allá donde puedan encontrarlas.

 

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Incluso miembros del Ministerio del Interior admiten que la aparición de Uber y servicios similares —que ofrecen ventajas como agua embotellada gratuita para los clientes y educados conductores que abren la puerta del vehículo, por no mencionar la opción de pagar con tarjeta de crédito— han creado un mercado competitivo que forzó cambios en la industria del taxi.

 

Serge Metz, director ejecutivo del servicio de taxis G7, admitió que hay margen de mejora, especialmente en términos de la calidad del servicio que ofrecen los taxis, pero señaló que la competencia injusta hace imposible la vida de los taxistas.