Los analistas financieros bisoños se han quedado medio perplejos por la intensa actividad política que después del pasado 7 de junio ha venido desarrollando el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Se ha reunido, por ejemplo, con gobernadores electos y con algunos que están en funciones. Con los primeros para felicitarlos por su triunfo; con los otros para revisar el avance de la ejecución del gasto público. Con todos se toma la foto y les dice algunas bonitas palabras como: Ustedes no dejen de preocuparse; vamos a continuar colaborando institucionalmente en beneficio de la sociedad.
Todos los que han ido al “besa manos” se han mostrado felices, además de agradecidos, por el apoyo que les ha prometido el titular de las finanzas públicas a los planes de inversión y proyectos que le han presentado.
Videgaray también se ha reunido con empresarios de diversos estados para explicarles en qué consiste el “presupuesto cero”, que entrará en vigor el próximo año. Con los dirigentes de los organismos cúpula ha puesto en marcha la “operación cicatriz” –después de que durante más de un año les aplicó la clásica “ni los veo ni los oigo”–, cuando le reclamaban los efectos nocivos –según aquellos– de la reforma fiscal.
“Estamos trabajando con el sector privado, con la coordinación del Consejo Coordinador Empresarial, pero también con interlocución de otras instancias del sector privado; por ejemplo la Coparmex, pero es un proceso que está en marcha y del cual informaremos en septiembre, cuando presentemos el Paquete Económico a la Cámara de Diputados”, ha informado públicamente el secretario de Hacienda.
Sin embargo, los “cupuleros” han tomado esas declaraciones como una negociación con la autoridad hacendaria para hacerle, dicen, algunas modificaciones a la reforma fiscal; que si la deducibilidad inmediata de inversiones, que si revisar la deducibilidad de prestaciones sociales, que si una rebajita del IEPS a los alimentos con alta densidad calórica y a los refrescos y otras bebidas; incentivos de innovación, financiamiento, y otros ajustitos. Los empresarios argumentan que lo único que buscan es mayor equidad.
Si de verdad el secretario de Hacienda les ha prometido en lo oscurito a los empresarios, a los gobernadores electos y a los que están en funciones que habrá cambios a la legislación fiscal, la pregunta obligada es ¿cómo le hará para meter reversa al Acuerdo para la Certidumbre en Materia Tributaria que anunció el 27 de febrero del año pasado, en el contexto de la reunión del Gabinete Especializado de México Próspero? Dice el documento: 1.- No modificar la legislación tributaria. A partir del día de hoy y hasta el 30 de noviembre de 2018, es decir, el último día de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, el Ejecutivo federal se compromete a no proponer al Honorable Congreso de la Unión, cambios en la estructura tributaria.
En específico. El Ejecutivo federal se compromete ante la sociedad mexicana a no proponer al Congreso de la Unión nuevos impuestos, a no proponer al Congreso de la Unión aumentar las tasas de los impuestos existentes y a no proponer al Congreso de la Unión reducciones o eliminación de beneficios fiscales o exenciones existentes.
Lo anterior implica un compromiso del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, a partir de hoy y hasta el final de su mandato, de que no se propondrán ajustes a la tasa, tarifas y bases imponibles del Impuesto sobre la Renta, del Impuesto al Valor Agregado, así como las aplicables al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, distintas a las ya aprobadas por el Congreso de la Unión.
(Hasta aquí el compromiso número 1 de los 8 que contiene el susodicho acuerdo).
Vamos a ver cómo le hace el secretario de Hacienda para recular, o si nada más les está dando “atole con el dedo” a todos aquellos con quien se ha entrevistado y les ha prometido cambios.
AGENDA PREVIA
¡Tranquilo, Carnal, tranquilo!, le dice Fernando Herrera Ávila, coordinador del PAN en el Senado, a Marcelo Ebrard. “Si no tienes cola que te pisen”, pues para qué te preocupas. El problema es que el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal tiene la cola tan larga que él mismo se la anda pisando, acotan sus detractores. ¡Y ni cómo esconderla!