El presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Gustavo Madero, explicó a sus correligionarios las causas de la humillante derrota que sufrieron en las pasadas elecciones del 7 de junio. Nada que no supieran los lectores porque en este espacio lo comentamos.
El primer error garrafal –confesó él mismo– fue pretender convertir la elección en un referéndum contra el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. ¡Se vio bisoño “Maderito”!, exclaman los observadores políticos, pues sabía que con el apoyo que le brindaron al Jefe del Ejecutivo en los dos primeros años de gobierno con el Pacto por México y otras cositas estaban contribuyendo a la causa priista.
El segundo error, que tiene que ver con el primero, es que las casas de encuestas lo engañaron one more time, aceptó. “Teníamos elevadas expectativas en esta elección, motivadas por la gran antipatía ciudadana al gobierno de Enrique Peña Nieto, a la insatisfacción de la sociedad por los malos resultados en materia económica y de seguridad, y por las encuestas que reflejaban que este ánimo se traduciría en mayores preferencias electorales para nuestro partido en la elección federal. Otra vez las encuestas nos engañaron”, subrayó Madero.
¡Eso te pasa por no leer los periódicos, Gustavo!
En noviembre del 2014 publicamos en este espacio:
Los dueños y empleados de las casas de apuestas electorales que pululan en el país, conocidas también como encuestadoras, así como académicos, investigadores, representantes de medios de comunicación y algunos “merolicos políticos”, ya no podrán hacer apuestas y/o encuestas en lo oscurito ni al “al vapor”; tampoco manipular resultados al gusto del cliente, ni guardar en secreto el nombre de la persona física y/o moral que las pagó.
En los próximos procesos electorales locales y federales, las susodichas casas y su personal tendrán que observar los lineamientos y criterios de carácter científico establecidos por el Instituto Nacional Electoral; todos, sin excepción, deberán entregar a éste o al organismo público local correspondiente un informe detallado de quién o quiénes ordenaron la encuesta/apuesta; quiénes fueron los diseñadores, cuánto pagaron. Ah, y si quienes realizaron el trabajito tienen experiencia profesional y formación académica.
Hoy, con la reforma política-electoral el INE se convierte en la institución rectora de la regulación de encuestas de carácter federal local, por lo que sus lineamientos se vuelven obligatorios. Y a quien no los cumpla se supone que le van a dar cuello.
En este espacio hemos comentado que para nadie es un secreto que desde hace varios años el negocio de las encuestas se ha pervertido; no sólo ofrecen sus servicios al mejor cliente -en su mayoría políticos- sino que los engañan. No todas las casas de apuestas son iguales; hay algunas serias, otras menos serias, y las que le hacen al cliente el trabajito que quiera por unos cuantos miles y hasta millones de pesos. En los anteriores procesos electorales, varias de las multicitadas casas fueron denunciadas públicamente, pero los intereses de los contratantes -entre ellos algunos medios de comunicación- eran tan grandes que se volvieron cómplices del “cochupo”.
Algunos observadores políticos señalaron en su oportunidad: Las casas encuestadoras proclives a manipular resultados al gusto del cliente -hay varias-, tienen la capacidad mediática de sabotear las cifras reales obtenidas por las empresas que trabajan con seriedad -que también hay-, de manera que resulta difícil para la opinión pública saber quién es quién en la guerra encuestológica. Entre otras muchas cosas que debería atender la autoridad electoral está la realización urgente de auditorías integrales a las casas de encuestas, para revisar a fondo las metodologías que aplican, así como los recursos humanos y tecnológicos con que cuentan.
Con los renovados lineamientos y criterios de carácter científico del nuevo INE que se aplicarán en el proceso electoral del 2015, tal vez empezarán a cambiar las cosas.
(Hasta aquí el comentario de hace ocho meses).
Por lo que dijo Madero a sus correligionarios, las cosas no cambiaron mucho.