BERLÍN. La canciller alemana, Angela Merkel, atribuyó la interrupción de las negociaciones entre Grecia y el Eurogrupo a la falta de voluntad de compromiso del Gobierno de Alexis Tsipras, pero mantuvo abierta las puertas para reiniciar las negociaciones tras el referéndum si Atenas lo desea.
“Solidaridad y responsabilidad propia son dos caras de la misma moneda. Hay que buscar compromisos, nadie puede obtener el ciento por ciento”, subrayó Merkel en una comparecencia ante la prensa junto al vicecanciller, el líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, tras analizar la crisis con los principales partidos del país.
“Nuestra oferta generosa era nuestra aportación al compromiso, hay que hacer constar que del lado griego no había disposición al compromiso”, lamentó.
Sin embargo, se mostró abierta a reiniciar las negociaciones después de la consulta del domingo, en el caso de que el gobierno griego así lo quiera.
“Si el gobierno griego quiere volver a negociar después del referéndum no nos vamos a negar a ello”, dijo.
Una cumbre europea extraordinaria, como piden algunos, es algo a lo que no le ve sentido antes de que se realice esa consulta.
Gabriel, por su parte, condicionó el regreso a la mesa de negociaciones a una victoria del “sí” y advirtió de que el “no” supone votar en contra de continuar en la eurozona.
“Si vence el no, será una clara decisión en contra de la permanencia en la eurozona”, subrayó Gabriel.
Ante sus palabras. Merkel quiso precisar que Alemania “no quiere influir de ninguna manera” en los ciudadanos griegos ni decir lo que tiene que hacer ese “orgulloso” pueblo, aunque su obligación es hablar de las consecuencias que puede tener su decisión.
Recordó además que el programa para Grecia termina hoy 30 junio a medianoche y aseguró que no ve base legal alguna para una financiación puente.
Antes de esta rueda de prensa, en un acto con motivo del 70 aniversario de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU), Merkel recordó que uno de los principios básicos de la UE es “la solidaridad a cambio de responsabilidad” y su capacidad de encontrar compromisos y rechazó la posibilidad de abandonarlo ante la crisis griega, porque Europa saldría perjudicada.
“El euro no va a fracasar por un referendo en Grecia, pero sí fracasaría si abandonamos el carácter vinculante de los principios que rigen la cooperación dentro de la unión monetaria”, afirmó.
“Ni siquiera tenemos dinero para comprar pan”
Hay escasez de dinero; no hay circulante. Y tal pareciera que el dinero se asemeja al oxígeno, sin él, mal humor y desesperación.
Angustiados jubilados griegos acudieron a las sucursales bancarias cerradas con la esperanza de cobrar sus pensiones y largas filas se formaron en las cajas automáticas en el primer día en que los griegos sufrieron la imposición de estrictos límites a la cantidad de dinero que puede retirarse de las cuentas bancarias.
Ayer entraron en vigor disposiciones ordenadas por el primer ministro Alexis Tsipras, quien el fin de semana convocó a un referendo el próximo domingo para aceptar o rechazar las propuestas de los acreedores a Grecia. En tanto, los griegos trataban de anticipar el impacto que esas medidas traerán a sus vidas.
Tras la ruptura de las pláticas entre Grecia y sus acreedores el país enfrenta una de las más agudas crisis económicas en años y se queda sin tiempo para conseguir el dinero que necesita para evitar la bancarrota.
Esos temores desataron los temores de que ocurriera una corrida bancaria, un caótico impago de la deuda y su salida de la divisa común europea. Como resultado el gobierno impuso un límite de retiro de 60 euros (poco más de mil pesos) diarios en cajas automáticas.
La sensación de intranquilidad era evidente en la cantidad de jubilados que hacía fila en sucursales bancarias con la esperanza de que se abrieran. Muchos ancianos griegos no cuentan con tarjetas que les permitan hacer retiros y deben hacerlos personalmente en las cajas, por lo que se les cerró totalmente el acceso al dinero.
“Llegué aquí a las 4 de la mañana porque necesito mi pensión”, dijo Anastasios Gevelidis, de 74 años, una de las 100 personas que esperaba afuera de la sucursal del Banco Nacional en Tesalónica, la segunda ciudad más importante del país.
“No tengo tarjeta, no sé qué va a pasar, ni siquiera tenemos dinero para comprar pan”, dijo. “Nadie sabe nada. Un empleado del banco vino a las 8 de la mañana y nos dijo ‘no recibirán dinero’, pero supimos que hay 70 sucursales que están abiertas”.
Durante meses el gobierno de izquierda radical griego, electo en enero tras prometer que acabarían con la odiada austeridad a la que se culpa de la aguda recesión que aqueja al país ha fracasado en su intento de llegar a un acuerdo con los acreedores, que piden una serie de reformas y ajustes presupuestales que el gobierno se rehúsa a aceptar.
Tsipras llama a los griegos a rechazar las propuestas en referendo que crecientemente se ve como una votación sobre la permanencia del país en la Unión Europea.
El mensaje fue rechazado por líderes europeos.
“Les pido a los griegos que voten a favor del sí. Me gustan mucho los griegos y por eso les digo: ‘No deben suicidarse por temor a la muerte”’, dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Además de los acontecimientos en los bancos, grandes filas se hicieron en estaciones de gasolina ya que los automovilistas trataban de llenar sus tanques y pagar con tarjetas de crédito mientras éstas sean aceptadas.
Los pagos y transferencias electrónicas se permiten pero sólo dentro de Grecia. El gobierno señaló que los controles no afectarían a los turistas extranjeros, quienes no tienen límite para hacer retiros en efectivo en cajas de bajos extranjeros.
Para casos de emergencia, como la importación de medicinas o el envío de remesas, el Tesoro griego creó un comité de aprobación de transacciones bancarias para examinar solicitudes caso por caso.