Obama está cerrando su mandato con logros realmente trascendentes. La semana pasada la reforma sanitaria, uno de sus proyectos más importantes (y polémicos), fue ratificado por la Suprema Corte. También se legalizó a nivel nacional el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
En cuanto a la política exterior, se anunció la reapertura de las embajadas de Estados Unidos y Cuba, sin duda un hito histórico para las atormentadas relaciones de ambos países. Con Irán, finalmente se vislumbra un final a la ronda de negociaciones en Viena sobre su proyecto nuclear, la cual lleva un año y medio.
Obama ha sabido disminuir la amenaza que supone Irán a través de la negociación de un carpetazo a las sospechas de que consigan desarrollar la bomba atómica.
Recordemos lo que se discute en Viena. En 2006, el Consejo de Seguridad de la ONU acusó a Irán de no cumplir con el Tratado de no Proliferación por no permitir visitas de monitoreo a sus plantas nucleares por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
Irán asegura que sus plantas cumplen objetivos pacíficos, sin embargo, el Consejo de Seguridad sospecha que se está enriqueciendo uranio con el objetivo de desarrollar armamento nuclear. Por esto, el Consejo de Seguridad decidió imponer sanciones económicas. Adicionalmente, de manera independiente y bilateral, Estados Unidos con la Unión Europea, decidieron imponer sanciones más severas a Irán por la misma razón.
El plazo definitivo para llegar a un acuerdo a estas negociaciones concluye el martes 7 de julio. Queda una semana más de tensión e impaciencia para los ministros negociadores, los presidentes de ambas naciones y para las poblaciones correspondientes, ansiosas de alcanzar un acuerdo que parece será beneficioso para ambas partes.
Si Irán decide deshacerse del uranio enriquecido con el que cuenta y permiten las inspecciones de la AIEA, Estados Unidos podría levantar las sanciones económicas a la potencia persa.
Es importante recalcar que, por el lado estadounidense, el acuerdo no está solamente en las manos de Obama. Si un acuerdo se alcanza dentro del plazo mencionado, el Congreso, dominado por los republicanos, debe aprobarlo o rechazarlo en menos de 30 días. Si el acuerdo no se alcanza en este plazo, la entrada en vigor volvería a extenderse y ambas partes pueden verse exhaustas, después de dos años de negociación.
Por parte de Irán, la resolución de la negociación también debe de ser aprobada por el líder supremo, el ayatola Alí Jamenei.
Pero no todo solamente se debe de interpretar como un balance de poder y de relevancia para las relaciones internacionales.
La población iraní espera impaciente una resolución de las negociaciones que sea favorable para su economía. La sanción más asfixiante impuesta por las potencias occidentales para Irán, fue el impedimento al acceso financiero internacional. Esto ha llevado a que su comercio exterior disminuyera significativamente, y con ello, el valor de su moneda: el rial. Esta semana, el dólar se cotizó en 29,330 riales, una diferencia del 208% contra los 9,500 que costaba en 2012, antes del endurecimiento de las sanciones.
Otra de las sanciones fue el bloqueo de cerca de 120,000 millones de dólares de cuentas iraníes en el exterior.
Un acercamiento con Estados Unidos implicaría mayor apertura para recibir empresas extranjeras y un alivio a la desmejorada economía iraní.
Como promesa de campaña, Obama dijo que iniciaría negociaciones con las naciones que históricamente han representado una amenaza a Estados Unidos. Esto marcó una diferencia con su antecesor republicano, quien dio más lugar al conflicto antes que a la diplomacia.
La una reapertura de embajadas con Irán sigue siendo muy improbable, pero Obama ha sido inteligente en avanzar para que el acuerdo nuclear anticipe un mayor acercamiento y así disminuir la inestabilidad de Medio Oriente.
Aún quedan estos días para que las negociaciones en Viena concluyan. Personalmente, auguro un éxito, sin embargo todo puede suceder y al igual podrían hundirse. Un fracaso implicaría que Irán se acerque a conseguir la bomba nuclear y así, la probabilidad de una guerra aumente.
Esperemos que, en estos tiempos de turbulencia en Oriente Medio, la diplomacia gane.