El próximo 10 de julio inicia la edición 17 de los Juegos Panamericanos, en su formado de verano, pero hubo una ocasión donde la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) realizó un proyecto un tanto extraño tomando en cuenta el clima tropical que impera en casi toda América: realizar los Juegos Panamericanos de Invierno.
La intención de una edición invernal de los juegos surgió en 1951, pero ninguno de los comités olímpicos pareció muy entusiasta, así que la ODEPA no insistió más.
Luego de los Juegos Olímpicos de Invierno de Calgary en 1988, donde participaron nuevo países de América, la organización decidió realizar un año después la primera edición, la ciudad de Las Leñas, en Argentina, conocida por sus centros de esquí y snowboard, fue la elegida.
Pero el año 1989 no hubo suficiente nieva, así que se decidió aplazar un año más la justa, para el 90 todo estaba listo.
Fue un año ciertamente con poca nieve, pero los organizadores calificaron como optimas las condiciones para llevar a cabo las competencias.
Sin embargo la realidad se impuso, y solo se pudo practicar el esquí alpino en tres modalidades, Slalom, Slalom Gigante y Super G.
En total participaron ocho países y 106 atletas, de los cuales 50 eran de Estados Unidos y Canadá.
Como era previsible, todas y cada una de las 18 medallas se las llevaron esos países norteamericanos.
Hubo un segundo intento en 1993, la ciudad sede era Santiago de Chile, pero el comité estadunidense exigió un plan de competencias serio y que se comprometieran a ir más países, pero eso nunca llegó, los juegos se cancelaron y a partir de entonces nunca más se ha intentado una edición de invierno.
obo