PARÍS. El folclore bretón cayó en la inventiva de uno de los modistos más franceses, Jean Paul Gaultier, en la penúltima jornada de la Semana de la Alta Costura de París, en la que Elie Saab se recubrió de oro y la moda se hizo cuadro con Viktor and Rolf.

 

Si los trajes regionales parecen a priori la antítesis de la innovadora pasarela, Gaultier ha querido reivindicar esta vestimenta para actualizarla y combinarla con la modernidad y el “chic” parisino.

 

“Mi objetivo no era hacer una copia, sino hacerlo a mi manera”, detalló a un grupo de periodistas después de un espectáculo que cerró con las gaitas de una banda bretona que desfiló ante la mirada de invitadas como la actriz Catherine Deneuve o la directora de la edición estadounidense de Vogue, Anna Wintour.

 

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Con esta premisa, Gaultier creó su colección de otoño-invierno a partir del terciopelo negro, los bordados geométricos y el amarillo cercano al mostaza, retomando algunas de las claves de este conjunto folclórico.

 

Al pensar en Bretaña, recordó las dulces crepes y ello dio como resultado unas faldas compuestas por la unión de dos circunferencias que alcanzaron su máxima expresión en una prenda en origami.

 

Las rayas marineras encontraron aquí su mejor escenario y aterrizaron sobre protagonistas medias “ochenteras” en una colección de abrigos y gorros para el agua.

 

“Estoy muy contento porque puedo implicarme más en lo que hago”, precisó Gaultier a modo de balance sobre cómo convive con la decisión que tomó en septiembre de dedicarse en exclusiva a la alta costura.

 

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El modisto libanés Elie Saab continuó su andadura sobre los exitosos vestidos de bordados, que en esta ocasión impregnó de dorados aires bizantinos.

 

Con diademas en la cabeza, las modelos desfilaron con motivos florales y cadenas a modo de cinturón o tirantes sobre una pasarela que insinuó transparencias.

 

Las mangas fueron las piezas más personales de Saab, puesto que se presentaron muy abiertas y cortas en pieles o en estructuradas aletas, en un desfile de muselinas, georgette o guipur.

 

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¿Cuadros o vestidos? Aunque en principio puedan parecer dos conceptos muy diferentes, el dúo formado por los modistos holandeses Viktor Horsting y Rolf Snoeren consiguió demostrar la porosidad de esta frontera con unas propuestas de alta costura de lienzos y marcos.

 

“Queríamos crear una colección de arte que se pudiera llevar”, explicaron a Efe tras un desfile en que ellos mismos retiraron las prendas de sus modelos para exponerlas en una pared en blanco, en un ejercicio de deconstrucción de la moda y de cuestionamiento sobre lo que significa el arte.

 

La pasarela experimental de Viktor and Rolf exploró las relaciones entre el cuerpo y la pintura, con las modelos envueltas en lienzos con bastidor o en pinturas con marco dorado.

 

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“Parecen cuadros, pero están hechos con técnicas de alta costura”, especificaron los diseñadores para añadir que no se trataba de estampados sino de tejidos en “jacquard”, con bordados y apliques, y que incluso los soportes estaban recubiertos de tela.

 

Estas estructuras actuaron como miriñaques o armazones para sostener unas imágenes inspiradas en la producción inglesa, francesa y flamenca del siglo XVII y en la espontánea pintura de acción.

 

La segunda colección Artesanal del modisto gibraltareño John Galliano para Martin Margiela fue la que abrió hoy el baile de desfiles ante una audiencia reducida a una única fila.

 

 

Relativamente comedido en los volúmenes y generoso en los drapeados y las superposiciones, el director artístico de la casa rompió con los detalles, como los de los extendidos tacones o con los lunares que traspasaron el tejido para continuar en la melena.

 

Un vestido envolvente que crece hacia el cielo o un corpiño que recubre una chaqueta fueron algunas de las ideas de este primer desfile de Alta Costura de Galliano en París, tras su debut con Margiela en Londres.

 

La jornada cierra con la “alta peletería” de Karl Lagerfeld para conmemorar sus cincuenta años de colaboración con la firma italiana Fendi.