MADRID. La ópera es “muy dura”, requiere de cuatro a seis semanas de ensayos y es muy exigente vocalmente, por eso, Plácido Domingo, al borde de los 75 años y los 55 de carrera se ha planteado, según anuncia en una entrevista con Efe, que hará “más conciertos” y menos obras líricas, aunque no se pone límites.
El madrileño terminará el día 12 la serie de cinco mini conciertos que ha dado en el Teatro Real de Madrid, como “consolación” por no haber cantado, como estaba programado, “Gianni Schicchi” y el día 25 acudirá a Marbella (sur) para dar un recital que le hace “muchísima ilusión” porque se hará en el espacio Starlite.
Hace 30 años el lugar que ahora ocupa el festival internacional Starlite era una cantera en mitad de la nada, pero el príncipe Alfonso de Hohenlohe, Julio Iglesias y él le vieron tanto potencial como espacio para conciertos que ofrecieron uno “memorable”.
“Me imagino que ahora estará en mejores condiciones -se ríe-. La gente aquellas noches se llevaba cojines, almohadas… Era una herida en la montaña y ahora es un festival de prestigio en el mundo”.
Esa noche quiere combinar su repertorio operístico, con piezas de musicales y zarzuelas, una selección en la que estará acompañado por las sopranos Micaela Oeste y Virginia Tola.
En 2011 decía que firmaría “inmediatamente” si alguien le aseguraba “tres o cuatro añitos más” cantando. Cumplido “el plazo” afirma que no quiere ponerse ningún topes en ningún sentido.
“Lo que quiero es darme al público. Si puedo estar un año, dos o tres más… pero no quiero ponerme límites. Quiero dejarlo en el momento justo”, subraya.
Ahora se siente bien vocalmente, pero llegó a la conclusión de que “lo que tiene que hacer” es dar más conciertos que óperas, porque estas últimas son “un trabajo muy duro”.
En definitiva, añade, se trata de “ajustarse a lo que es lógico por la edad”.
“Lo” del Real, precisa, fue “improvisado”, la solución a su decisión de no cantar, respetando el luto que guarda por la muerte de su hermana, la comedia que es “Gianni Schicchi”.
“Esto no será en todas partes, claro. Me gusta actuar. Tengo que buscar la fórmula. (El mundo lírico) es una cadena de contratos y quiero ser justo con todos los teatros. Quizá deba aceptar la mitad de las cosas que he aceptado”, especula el cantante, que tiene compromisos firmados hasta 2019.
Aunque dice que domina la técnica de forma que solo tiene que pensar el sonido para emitirlo, admite que siempre que sale a escena está “nervioso” y que lo estuvo “mucho” en su reaparición pública tras el fallecimiento de su hermana, el pasado día 30 en el Real.
“Lo que sentía, sobre todo, era emoción. Vocalmente estaba bien, mi garganta había descansado -había suspendido todas sus actuaciones desde que supo la gravedad de la enfermedad de su hermana- pero me preocupaba que las lágrimas me atraparan. Me pude contener aunque haya frases que llevan una emoción muy fuerte”, revela.
El día 12, cuando concluya su última función en el Real, hará lo que hace cada temporada en el teatro madrileño: tarareará en el escenario, ya sin público, algunas notas de lo que hará allí al año siguiente.
“Será Il due foscari”, se regocija el artista, que está “de locura” en Madrid a pesar del calor: “para mí, Madrid es un estado de ánimo”, explica.
Este año está siendo, dice, “todo emoción” porque a la pérdida de su hermana, “un ser adorable” con el que nunca discutió, se une que “se cumple un aniversario detrás de otro”.
“El tiempo pasa y lo increíble es que pase tan rápido. Cuando debuté en el Metropolitan hicimos una foto con mi hijo pequeñito en la nieve. Ya ha cumplido 50 años”, se admira el tenor, que cree que tiene el privilegio de “poder hacer a la gente feliz” y hacerlo “con una carrera que es muy dura pero que también es un hobbie”.