SHEJAIYA. La familia de Mahmud Abú Dagen, de 13 años, se había mudado a Gaza desde los Emiratos Árabes Unidos en mayo del pasado año, dos meses antes de que la Franja viviera su guerra más larga con Israel, que dejó destrucción, más de dos mil 200 muertos, y a Mahmud y sus tres hermanas fuertes traumas.
“No he vivido una guerra tan horrible en mi vida. Aún no puedo olvidar el ruido horribles de las bombas y explosiones y las imágenes terribles de destrucción“, asegura a Efe el adolescente, cuando se cumple un año de la tragedia.
“Ya ha pasado un año y la mejor forma que he encontrado para tratar mi trauma ha sido cantar y tocar música“, añade.
Mahmud es afortunado: forma parte de un proyecto que trata a los menores de la Franja con música para hacerles superar sus traumas.
Sara, Fares, Iyad, Tamara, Musa y Said recorren cada mañana con sus instrumentos barrios gravemente devastados de Gaza para tocar y enseñar música a los pequeños de la zona.
Sara canta, Fares está a cargo de la batería, Iyad del violín y Said el piano eléctrico.
“Me gusta cantar y tocar música, y me siento más cómodo y contento cuando toco con Fares y Sara. Les digo a todos los niños de mi edad que sufren trauma de la guerra que traten de olvidarlo todo e intenten vivir la vida como venga, porque esta es nuestra realidad”, cuenta Mahmud.
“Toca y disfruta”, se llama el programa, impulsado por el Instituto Tamer para la Cultura Comunitaria y que lleva a los lugares más afectados por el conflicto del pasado verano dos tipos de actividades: la música, por un lado, y la lectura de cuentos y libros para niños, por otro.
“El proyecto consiste en 15 días de tratamiento con música para niños que sufrieron trauma en la guerra con Israel del pasado verano o que viven en zonas devastadas y no saben nada de música”, explica a Efe el director musical del instituto, Musa Taufiq.
Los encuentros con los niños se organizan conjuntamente con sus padres o en centros locales, y tratan de proporcionarles una diversión y una vía de escape.
“Las pérdidas y daños físicos provocados por las guerras en Gaza, antes o después, podrán repararse. Pero nadie habla del impacto psicológico y de cuándo lo vamos a tratar, sobre todo en los niños, para acabar con su sufrimiento”, añade Taufic.
Cargados con sus instrumentos musicales, el grupo de seis jóvenes músicos se instaló esta semana en una zona abierta donde docenas de casas fueron derruidas, en el norte de Shujaiya, no lejos de la frontera con Israel.
Cinco niñas y cinco niños de entre 8 y 12 años, entre ellos Abú Dagen, se unieron al grupo y empezaron a tocar y cantar rodeados de escombros.
Algunos de los pequeños sonreían, mientras los otros los miraban y escuchaban todo con asombro.
“Queremos jugar un juego con vosotros. ¿Qué tal si cerráis los ojos durante dos minutos mientras tocamos una canción y pensáis en lo que veis del pasado y cómo veis el futuro?”, les pregunta Sara.
Cuando la música calla y los pequeños abren los ojos, comparten lo que han visto.
Imán, de 13 años, manifiesta que cuando cerró los ojos vio aviones israelíes bombardeando casas y matando niños.
“Espero que no haya más guerras. Cuando cerré los ojos me imaginé en un gran jardín lleno de flores y yo estaba en medio pintando un bello cuadro”, asegura con una sonrisa, y añade que “a lo mejor era el paraíso donde viven los mártires”.
“Intentamos llevar esperanza a los niños y escuchar sus sueños y lo que sienten cuando cierran los ojos y oyen la música. Así es como tratamos de ayudarles a que hablen de lo que está enterrado dentro de sus mentes”, explica Sara.
Según un informe de UNICEF publicado recientemente, el 31% de las víctimas civiles de la guerra en Gaza eran menores de edad (551 niños).
“Cada día murieron al menos diez niños durante los 50 días que duró el conflicto. El más joven tenía tres meses”, anota el documento.
Según esa organización internacional, hay 326 mil niños en Gaza que sufren de distintos problemas psicológicos derivados del trauma de la última guerra y, para algunos, del recuerdo de las dos anteriores (en 2008 y 2012).
Según el doctor Sami Oweida, consultor de psiquiatría para niños y adolescentes del Programa de Salud Mental de Gaza, el 60% de ellos en la Franja sufre o ha sufrido algún tipo de problema psicológico y más de 300 mil niños necesitan psicoterapia.
“Ha pasado un año de la guerra y debería haberse puesto en marcha un programa de rehabilitación para los que sufrieron daños psicológicos, pero no se ha hecho nada. Lo que hace el grupo de músicos es necesario, útil y es apreciado”, señala este experto.
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