ATENAS. La incertidumbre se alimenta de dudas. En medio de un mar de ellas, lo único seguro es que Grecia no quiere saber nada del Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

“Hay varias cuestiones sobre la mesa de gran importancia. Creemos que al final se trata de intentar llegar a compromisos, de voluntad política”, dijeron fuentes del Ejecutivo heleno en Bruselas.

 

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha defendido ante sus homólogos durante la cumbre del euro que flexibilicen la posición pactada en el encuentro de ministros de Economía y Finanzas de la zona del euro, un documento muy detallado en el que varias cuestiones permanecen aún abiertas.

 

Sin embargo, sí que se han consensuado unos “requisitos mínimos para iniciar las negociaciones con las autoridades griegas”, que deben ser aprobados antes del miércoles, para que la eurozona dé su visto bueno al inicio de las negociaciones hacia un tercer rescate para Grecia.

 

Muy temprano, Tsipras trasladó a sus socios la urgencia de tomar una decisión firme, que sirviera de base al Banco Central Europeo (BCE) para aumentar las líneas de liquidez de emergencia de las que se alimentan los bancos griegos. Sin embrago, el pacto no se logró porque Europa ya no confía en Grecia. Primero las reformas, y después el pacto.

 

Atenas recalca que, tras dos semanas de corralito bancario, la situación del sector es muy precaria y la necesidad de aumentar su liquidez, real.

 

Apuntan a unas “reformas ambiciosas de las pensiones” para asegurar su sostenibilidad, a ajustes en el IVA, un ambicioso plan de privatizaciones y una revisión de la legislación laboral en cuestiones tan delicadas como los despidos colectivos.

 

Para el Gobierno de Grecia, los principales puntos de desacuerdo son la participación del FMI en un futuro programa, que los socios estiman que podría necesitar entre 82 mil y 86 mil millones de euros.

 

Otro “gran problema” para Atenas es la propuesta alemana de crear un fondo fiduciario con activos públicos helenos por valor de unos 50 mil millones de euros, con el objetivo de privatizarlos a lo largo del tiempo y que se reduzca con ellos la deuda.

 

Atenas también insiste en la necesidad de que se mantenga la posibilidad de aplicar una quita a su deuda, punto que el documento del Eurogrupo es claro en su rechazo.

 

Grecia tampoco está dispuesta a optar por salir de la eurozona para acceder a una reestructuración de su deuda, tal y como también sugiere el documento en otro de los apartados que no han sido aún consensuados.

 

Las fuentes gubernamentales también rechazaron que existan contactos entre los partidos de cara a un cambio en la coalición gobernante, ante las tensiones que las propuestas puestas sobre la mesa por los socios europeos han creado en el seno de Syriza

 

Las diferencias entre Francia y Alemania

 

La cumbre extraordinaria de los jefes de Estado y de gobierno de la eurozona sobre el futuro de Grecia se planteó como un choque de posiciones entre las ortodoxia de Alemania y la conciliación ajustada a los intereses de Europa que plantea Francia.

 

A su llegada a la reunión, los líderes de ambos países expresaron sus divergentes posiciones para abordar una crisis, en cuyo diagnóstico y consecuencias coinciden, pero difieren profundamente en cuanto a la manera de afrontarla y de darle una solución, pese a que todos reconocen que el principal problema es la desconfianza que reina con Atenas.

 

“Francia va a hacer todo lo posible para que Grecia se quede en la zona euro y también (haya un acuerdo) que favorezca a Europa”, dijo el presidente de Francia, François Hollande, a su llegada a la reunión, mientras que la canciller de Alemania, Angela Merkel, afirmó que “no habrá un acuerdo a cualquier precio” con Grecia y llamó la atención sobre la “pérdida de confianza”.

 

Merkel señaló también que los líderes examinarán “si se pueden empezar las negociaciones del programa del Fondo de Rescate Europeo (ESM)” y reiteró que “si tenemos éxito o no, habrá que verlo”.

 

Hollande planteó esta encrucijada como algo que va más allá de la muy urgente y grave crisis griega.

 

“Lo que está en juego es Europa. Claro que Grecia es el tema del día, pero de lo que se trata es de dejar bien clara la concepción que tenemos de Europa y de nuestros intereses, pero no de los nacionales, sino de los europeos, los que tenemos en común”, afirmó.

 

El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, se refirió en conferencia de prensa a que Francia y Alemania, las dos grandes economías del euro, “trabajan en soluciones aceptables”, al tiempo que admitió que “aunque el eje franco-alemán es muy importante, no es lo único importante”.

 

Y los nacionalistas desconfían de Europa

 

El líder de los nacionalistas Griegos Independientes y socio de la coalición gubernamental, Panos Kamenos, aseguró que “está demostrado” que los socios persiguen “romper” a Grecia y por ese motivo abogó por un “basta ya”.

 

“Los límites de la (negociación) griega los impone la reunión de líderes de los partidos con el presidente de la República. Está demostrado que quieren rompernos. ¡Hasta aquí, basta!”, dijo Kamenos en su cuenta personal de twitter.

 

Con ello el también ministro de Defensa aludió a la reunión celebrada el lunes pasado en el palacio presidencial entre el primer ministro, Alexis Tsipras, y los líderes de todos los partidos propeuropeos.

 

En esa reunión, la oposición apoyó a Tsipras a buscar un acuerdo “sostenible” que permita mantener a Grecia en la eurozona.

 

En su mensaje de twitter, Kamenos pone en duda que exista esa voluntad.

 

Los tres partidos con vocación europeísta, conservadores, socialdemócratas y centristas respaldaron también a Tsipras en la votación parlamentaria celebrada en la madrugada del sábado, aunque todos subrayaron que este apoyo tan solo valía para un acuerdo con los socios de la eurozona, pero no para la ruptura.

 

Quien ha presionado a la Unión Europea para que no rompa con Grecia es el gobierno de Estados Unidos. Aunque la posición oficial ha sido que se trata de un problema “principalmente europeo”, y que el posible impacto en el sistema financiero internacional y estadunidense es “mínimo”, Washington ha elevado el tono después del referendo en el que Grecia rechazó el acuerdo propuesto por los acreedores internacionales.