La televisión estadunidense se ha convertido, en la última década, en la verdadera fábrica de sueños. Sus inteligentes historias, producciones épicas y personajes entrañables han convertido a la otrora menospreciada pantalla chica en todo lo que Hollywood no ha podido lograr a nivel emocional a pesar de sus megamillonarios presupuestos.

 

Prueba de ello son series como Lost, Breaking Bad, Game of Thrones, The Sopranos, West Wing, House of Cards, Orange is the New Black, Mad Men y muchísimas otras que muestran, con un nivel de producción y actuación de altísimo calibre, los más diversos, entrañables, oscuros y empáticos aspectos de la vida humana, más allá de los superhéroes, dinosaurios o criaturas animadas que inundan la pantalla grande. Por ello, la competencia cada año por determinar cuál es la mejor serie (tanto de drama como en comedia), se vuelve cada vez más cerrada, aunque siempre hay alguna que sobresale por diversas razones.

 

columna mad men

 

Este año, seis producciones se disputan el máximo galardón de la televisión: Better Call Saul, Downton Abbey, Game of Thrones, Homeland, House of Cards, Mad Men y Orange is the new black, pero en realidad –y en lo que son mis predicciones muy adelantadas a lo que ocurrirá el 20 de septiembre- la disputa será entre dos series diametralmente opuestas entre sí prácticamente en todos sentidos: Game of Thrones y Mad Men.

 

La primera es el gran monstruo a vencer, con 24 nominaciones (de las cuales 15 son en aspectos técnicos), un enorme presupuesto, grandes locaciones, efectos especiales, vestuario impresionante y, sobre todo, el fandom geek que la ha convertido en la serie más vista y más ilegalmente descargada de la historia.

 

Por otro lado, Mad Men es mucho más sencilla, tiene 11 nominaciones (de las cuales cuatro son técnicas) y nunca fue una de las series más vistas… pero sí una de las más influyentes y aplaudidas de la historia. Cuatro veces han competido directamente entre sí, con un triunfo para Mad Men en 2011 (Homeland y Breaking Bad se impusieron en las otras tres ocasiones), y el hasta ahora el aparente desdén de la Academia de las Ciencias y Artes de la Televisión de EU por Game of Thrones en la categoría mayor.

 

Pero este año, y sin descartar alguna sorpresa, mi predicción es que Mad Men se llevará nuevamente el premio mayor (ha ganado cuatro veces el Emmy a Mejor Serie de Drama), además de que se hará justicia para sus dos principales protagonistas, Jon Hamm y Elisabeth Moss, quienes se llevarán los premios de Mejor Actor y Mejor Actriz. A ambos se les ha negado el galardón en las ocasiones anteriores que han estado nominados, pero lo que ambos realizaron en la última temporada de la serie es simplemente imbatible.

 

De las siete veces que ha competido, Hamm perdió cuatro contra Bryan Cranston y su ya legendario Walter White, y tres sorpresivamente contra Kyle Chandler, Damian Lewis y Jeff Daniels; mientras que Moss ha perdido contra Glenn Close, Julianna Margulies y dos veces, inexplicablemente, ante Claire Danes. Si la Academia quiere reconocer una última vez el legado, la influencia y el gran impacto que causó Mad Men en el mundo de la televisión, así como “corregir” sus omisiones con ambos actores, esta es su oportunidad.

 

Por su parte, Game of Thrones tendrá que esperar un año más para tratar de ceñirse la corona, y es que tiene en contra, principalmente, que es una serie demasiado violenta para los estándares de la Academia. Sí, se ha premiado a producciones como The Sopranos, 24 y Breaking Bad, pero lo exagerado y explícitamente gráfico de la violencia en Game of Thrones parece ser demasiado para los votantes (y para el público, que esta temporada criticó fuertemente en redes sociales al menos un par de capítulos por su exceso de agresividad).

 

Pero todo puede ocurrir. La batalla está lista y el próximo 20 de septiembre veremos si se reconoce a una serie que cambió la historia de la TV o cómo una de las producciones más vistas en todo el mundo por fin logra ser reconocida como la mejor. Comienzan las apuestas.