NUEVA YORK. Se está gestando una batalla entre Uber —el servicio de taxis privados contratados mediante una aplicación para dispositivos móviles— y el alcalde Bill de Blasio, una lucha que se libra en teléfonos celulares, radio, televisión y prensa en torno a una pregunta fundamental: ¿quién controla el acceso a las calles de la ciudad más grande de Estados Unidos?
Cada día más y más autos de Uber salen a las calles de Manhattan, llamados por apps en celulares y tabletas para recoger pasajeros que disfrutan la comodidad del servicio y aceptan pagar más durante las horas pico.
El gobierno municipal trata de frenar la gran expansión del servicio con los argumentos de que la nueva oleada de autos agravaría el tráfico ya intenso de Manhattan y que el sistema Uber no es equitativo con los conductores y los vecinos.
Por su parte, Uber acusa al alcalde de estar al servicio de los taxis tradicionales, de ser enemigo de la libre empresa y la innovación y de perjudicar los barrios de menores ingresos que constituyen su base de apoyo político.
La semana próxima, el concejo municipal debatirá una ordenanza que podría limitar el crecimiento de Uber.
“No podemos darnos el lujo de permitir el crecimiento ilimitado y no regulado de Uber”, dijo el vicealcalde primero Tony Shorris. “Nos preocupa la congestión”.
Añadió: “Estamos viendo que baja la velocidad del tráfico en Manhattan. Esto ya afecta la economía, la calidad del aire y potencialmente la seguridad pública de la ciudad. Adicionalmente, ello puede deberse al menos en parte al enorme crecimiento de Uber”.
El plan del concejo propone limitar el crecimiento de Uber durante un año mientras estudia cómo el servicio afecta el tráfico de la ciudad. La votación podría producirse en los próximos días.