La oferta cultural de Monterrey ha tenido un nuevo impulso en busca de un alcance más amplio de público. El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) ha puesto de su parte atrayendo visitantes con exposiciones de ilustración, diseño y arte inspirado en el tatuaje, atractivas también para personas que no necesariamente son asiduas a espacios artísticos. En 2015 lo ha hecho nuevamente con una de cine: la exposición Stanley Kubrick.

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Curada por el Deutsches Filmmuseum Frankfurt en colaboración con el archivo Stanley Kubrick de la University of the Arts de Londres, Christiane, viuda del cineasta, y el hermano de ésta, Jan Harlan (productor de Kubrick a partir de 1975), la muestra es un recorrido por la trayectoria del obsesivo director nacido en 1928, a través de salas temáticas.

Desde la primera de ellas, el espectador se coloca detrás de cámaras y observa algunas de las utilizadas por Kubrick, para luego repasar su carrera a partir del trabajo fotográfico y cortometrajes de sus inicios, y finalizar con aquellos proyectos que no fueron desarrollados o concluidos.

En salas dedicadas a cada una de sus películas, los personajes se imponen ante nosotros por medio de su vestuario original —Spartacus, 2001: A Space Odyssey, The Shining, Eyes Wide Shut, por ejemplo— y props —el starchild de2001 y el famoso casco contradictorio que ostenta tanto la leyenda “Born to kill” como un signo de amor y paz, de Full Metal Jacket, entre otros—.

 

La rigurosidad del director se percibe en tableros de producción, versiones de guiones con correcciones a mano, libretas de apuntes y, probablemente, en la manifestación más extrema en toda la muestra: un librero y un fichero que representan la exhaustiva investigación para el filme sobre Napoleón que sólo llegó a la etapa de preproducción.

Cada película cuenta historias paralelas a través de fotografías durante su producción, pero sobre todo por medio de documentos: correspondencia con membretes y firmas que brindaban una relevancia que el correo electrónico casi ha eliminado por completo. Se despliegan cartas entre director y personal involucrado, e incluso se exhibe un paquete con un guión que Stanley Kubrick se envió a sí mismo, dejando al visitante especulando sobre sus razones.

El recorrido es emocionante y conmovedor en varios aspectos, sin necesidad de que el visitante sea fanático de Kubrick, ni siquiera cinéfilo. Para este último, estar frente a una estatuilla Oscar —obtenida por los efectos especiales de 2001: A Space Oddisey— será de interés, no obstante, para cualquiera será difícil permanecer impasible ante la épica de Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, sonando fuerte en la segunda sala dedicada a esta ambiciosa película de ciencia ficción. Los seguidores del cineasta se entusiasmarán con stills del final alternativo de Dr. Strangelove, una escena de pastelazos, mientras que el visitante promedio apreciará la maqueta del laberinto del hotel Overlook, de The Shining, comparándolo con el que se usó en la producción, porque cada sala es complementada con una edición de escenas proyectada en una de sus paredes. Así, se enlazan las piezas en exhibición con el resultado en cine, y quien no conozca las películas tendrá una referencia que quizá llame a su curiosidad y lo mueva a verlas completas.


“¿Cómo es que hiceron una película de Lolita?”

 

Me concentro en el caso de esta película para hacerlo representativo de la exposición. El slogan promocional del filme de 1962 se responde con una sala rica en elementos para quien haya disfrutado tanto de la película de Kubrick como la novela de Vladimir Nabokov.

 

Correspondencia entre escritor y director, así como entre éste y líderes religiosos que querían evitar la producción, además de fotografías, documentación… Somos invitados a la fascinación y al escándalo. La jovencísima Sue Lyon será por siempre el rostro de Lolita, y tenemos acceso a él en diapositivas que proyectan la belleza y malicia preadolescente del personaje. Estremecedora es la carta que la actriz envía a su “muy querido Stanley” en 1994, comunicándole que ahora se llama Suellyn Rudman y que está “muy, muy feliz”.

 

La acompaña una fotografía reciente de ella con su esposo, y como señala el escritorAlberto Chimal en un artículo para la revista Letras Libres, carta y fotografía “son las únicas piezas en toda la exposición que se refieren a la vida personal de un miembro de los repartos de Kubrick, y son conmovedoras, por supuesto, pero también anómalas: apenas tienen que ver con el director… pero, desde luego, tienen mucho que ver con Lolita”.

¿Cuál era la motivación para escribirle a Stanley Kubrick, con quien probablemente no había tenido contacto por treinta años? ¿Qué buscaba? ¿Sólo agradecer? “Es realmente difícil escribir esta carta sin saber si la recibirás o no”, le dice Suellyn, quien al parecer no volvió a tener tanta atención como actriz después de haber sido Lolita. “Siempre creeré que la única razón por la que tuve algún éxito fuiste tú”. Como lo hace una buena exposición de arte, uno sale del museo con preguntas y la sensación de haber sido testigo de algo íntimo.

 

Ojos bien abiertos

 

Stanley Kubrick, la exposición, nos hace partícipes del procedimiento de filmación y su planeación extrema. Estamos invitados a observar lo meticuloso de Kubrick; lo preciso e incluso lo majestuoso de su cine. Es una oportunidad a aprovechar, y tiene un lado peligroso: que el visitante no muy crítico se quede con la idea de que esa es la única manera de hacer cine.

 

La conservación a través del tiempo de las piezas que conforman la muestra hace evidente que se tenía consciencia de estar haciendo historia. Conocerla, a través de la muestra o de las películas de las que ésta trata, será una tarea que se seguirá realizando por generaciones.

Stanley Kubrick se presenta hasta el 26 de julio de 2015 en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, Zuazua y Jardón s/n. Monterrey Centro. www.marco.org.mx