En el libro Ending Aging: The Rejuvenation Breakthroughs that Could Reverse Human Aging in Our Lifetime (St Martin’s Press, 2007), el biogerontólogo Aubrey de Grey expone siete fenómenos como el total de las causas del envejecimiento humano.

 

El doctor inglés, a sus 49 años, ha dedicado lo que espera se convierta en una parte ínfima de sus días a la investigación y aplicación de la medicina regenerativa en contra de los procesos de la senectud.

 

En la década pasada, De Grey fundó una organización llamada Methuselah Foundation, dedicada al estudio de técnicas de extensión de vida. La fundación ha conseguido apoyo de inversionistas superestrella como Peter Thiel, CEO de Paypal y accionista temprano de Facebook.

 

En el 2003, Methuselah instituyó el MPrize, una competencia para extender el récord de vida de ratas de laboratorio que a la fecha nadie ha logrado ganar.

 

Aunque los detalles del plan de De Grey, denominado Strategies for Engineered Negligible Senescence, han sido fuertemente criticados por sus colegas en la medicina, un debate académico llevado a cabo en el Massachusetts Institute of Techology (MIT) en el 2005 concluyó que no había pruebas de que SENS fuera en principio “tan incorrecto que no merezca atención estudiosa,” aunque agregando que “los proponentes de SENS no han armado un caso convincente a su favor.”

 

Según SENS, los siete mecanismos del envejecimiento son:

 

1. Mutaciones en los cromosomas: la causa del cáncer.

 

2. Células viejas, que fallan en sus funciones pero no mueren para permitir que otras las reemplacen.

 

3. Mutaciones en la mitocondria, el componente de las células que produce energía.

 

4. Aglutinamiento de proteínas extracelulares: cuando los lazos proteínicos que unen unas células con otras son demasiados y el tejido pierde elasticidad.

 

5. Pérdida de células: cuando ciertos tipos de células no se pueden reemplazar o la tasa de muerte es mayor a la de regeneración.

 

6. Agregados intracelulares: basura que se acumula dentro de las células y que es causa de enfermedades degenerativas como el Alzheimer’s.

 

7. Agregados extracelulares: deshechos proteínicos que se acumulan alrededor de las células.

 

Las controversiales ideas del libro aseguran que de desarrollar tratamientos para estos siete problemas, la humanidad podría extender su longevidad por cientos de años, eliminando de paso muchas de las enfermedades más brutales. De Grey ha especulado públicamente que la primera persona en llegar a los 1000 años está viva ahora, e incluso podría estar viviendo su sexta década.

 

El científico y futurista estadounidense Ray Kurzweil, reconocido por sus ideas transhumanistas y especialmente por su concepto de la Singularidad, lleva desde hace años un estricto régimen alimentario que incluye literalmente cientos de cápsulas, medicinas y suplementos vitamínicos.

 

Su argumento es que la medicina – respondiendo a las mismas tendencias de la tecnología que Kurzweil ha hecho su fortuna estudiando – avanza de manera exponencial, y es inevitable que nuestra expectativa de longevidad alcance eventualmente un ritmo de crecimiento mayor a un año por año, logrando así lo que Kurzweil llama Velocidad de Escape de la Muerte.

 

Desde luego, críticas al movimiento de extensión longeva radical, y más ampliamente al utopismo californiano representado por la cuasi-religión de Kurzweil, se han dejado venir de todos lados del espectro. Douglas Hofstadter, ganador del premio Pulitzer, advirtió en la primer Cumbre de la Singularidad llevada a cabo en la universidad de Stanford sobre los peligros de tomar el ritmo exponencial de cambio en la tecnología como un indicador para tendencias en campos completamente independientes. También apuntó a ciertos errores fundamentales en la metodología estadística utilizada por Kurzweil y sus compañeros, reiterando su autoreferencial ley homónima: “Siempre todo lleva más tiempo del que se espera, aún cuando se toma en cuenta la Ley de Hofstadter.”

 

La ideología tecnocrática que abarca posturas como las de Kurzweil, de Grey e incluso Hofstadter, también ha sido atacada desde las disciplinas humanistas y la corriente continental de la filosofía. Críticos señalan que muchos de los estudios pioneros y fundaciones del movimiento de longevidad indefinida, así como las tecnologías utilizadas, tienen raíces en la Alemania Nazi de 1940 y están inextricablemente ligadas con cuestiones de la eugenesia y la discriminación genética. Aunque este tipo de cargos se antojan exagerados y alarmistas, es imposible ignorar que la devastadora mayoría de los involucrados en el campo son hombres blancos de circunstancias privilegiadas.

 

Con ferviente fe en la objetividad de la ciencia, de Grey argumenta que su responsabilidad se limita a explorar y desarrollar los tratamientos, y que las implicaciones éticas habrán de discutirse posteriormente. Considera que el potencial de estas tecnologías es demasiado grande para ser sometido a interminables debates y procesos burocráticos. Sin embargo, es muy fácil ver que tratamientos experimentales de extensión serían accesibles al menos de principio solamente para el sector más solvente y educado de la sociedad.

 

Queda ver si, tarde o temprano, las ideas de Aubrey de Greylogran permear la cultura popular, y si el resultado es una crisis poblacional o una utopía tecnológica. Por lo pronto, podemos despedirnos de la idea de la vida eterna: la probabilidad necesita que inevitablemente, un certero rayo terminará un buen día con nuestra perenne juventud.