La historia comienza así. El nieto del procurador salta la barda de la casa de la hija del director de inteligencia del gobierno de Peña y la golpea. Al final, procurador y director de inteligencia pactan una solución a la medida de sus valores y no los de la sociedad. Alexia Imaz tuvo que retirar la denuncia contra Gerardo Saade Murillo, aún cuando en violencia contra las mujeres ello no está permitido.
Si la cereza del pastel se les escapa del Penal del Altiplano por un hoyo es lo de menos. La gran distancia entre la situación deseada y la obtenida es al parecer una constante en la política de inteligencia de nuestro país. La clase política en el poder está acostumbrada a ajustar sus enunciados a la nueva realidad que se les antepone. Gobiernan a base de las verdades que ellos mismos construyen. Sofismas.
Esta semana el presidente del PRI salió a defender la actuación del Secretario de Gobernación. “El balance general de las acciones en materia de seguridad favorece a Miguel Ángel Osorio Chong”, dijo. Esto significa “vamos a evitar la salida de Osorio por la fuga del Chapo”. ¿Tendría lógica en otro lugar del mundo?
La política de inteligencia no es tal, es negociable. La razón de estado se antepuso a la ley en el caso de la golpiza a la hija de Eugenio Imaz. Supongo que la razón de estado también estuvo presente en la decisión de mantener a Joaquín Guzmán Loera en la misma celda todo el tiempo, a la que los guardias tardarían minutos en llegar tras su ausencia en “el punto ciego”.
Bajo mi particular opinión, Eugenio Imaz tendría que haber sido cesado de sus funciones de inmediato, estar sujeto a investigación y obligado a colaborar con las autoridades. Si la inteligencia no detecta lo obvio, responde a lo obvio. Osorio debería estar “encarando” las actividades derivadas de la fuga con la renuncia en el escritorio del presidente, y la sociedad debería estar discutiendo el grado de responsabilidad del presidente mismo.
Para los sofistas, “no es tiempo de renuncias sino de encarar desafíos” y la fuga del Chapo no se resuelve con “enojo y llenándonos de ira”. La élite priísta de hoy es caricatura de su pasado. También antes del 2000 se inventaban argumentos absurdos para sostener cualquier crisis. La diferencia es que en una sociedad más crítica este tipo de enunciados se caen solos, aún cuando el presidente se empeñe, desde las manifestaciones de Ayotzinapa, en mantener en la silla al Secretario de Gobernación.
No sólo en la seguridad nacional prevalecen los sofismas. Hay grabaciones que involucran al Secretario de Comunicaciones y Transportes en actos indebidos. Éstos no se investigarán. Es más, las grabaciones a OHL fueron editadas y alteradas, según un auditor “independiente” y “desconocido”.
En petróleo, la gran apuesta económica del presidente, a su vez basada en supuestos falsos, vimos esta semana el fracaso de la “Ronda Uno”, 12 de 14 áreas desiertas y 2 asignadas a una empresa que relacionan con el cuñado de un expresidente. Sin embargo, la versión oficial habla de que no hubo fracaso, sino transparencia y aprendizaje.
Para los sofistas, el presidente sigue siendo un gran reformador. Para todos los demás, vivimos una profunda crisis del Estado Mexicano y Peña es tan sólo el reflejo de esa crisis. Mientras tanto, la telenovela continúa y, como anticipa Fernanda Familiar, ahora viene el capítulo del divorcio.