WASHINGTON. “Con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la reapertura de Embajadas, culmina hoy (lunes) una primera etapa del diálogo bilateral y se abre paso al complejo y seguramente largo proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales”, dijo el canciller cubano Bruno Rodríguez durante un breve discurso tras izar la bandera.
La bandera —una estrella blanca sobre fondo rojo junto a franjas azules y blancas— fue izada por primera vez desde 1961 a las puertas de lo que a partir de ayer será la embajada cubana en Washington.
“Es grande el desafío porque nunca ha habido relaciones normales entre los Estados Unidos de América y Cuba pese a un siglo y medio de intensos y enriquecedores vínculos entre los pueblos”, agregó.
Rodríguez subrayó que solamente la eliminación del embargo comercial, la devolución del territorio de Guantánamo y el respeto a la soberanía de Cuba “darán sentido al hecho histórico que estamos viviendo hoy”.
“Hay diferencias profundas entre Cuba y los Estados Unidos en lo referente a nuestra visión sobre derechos humanos (…) así como temas relacionados con derecho internacional que persistirán inevitablemente”, aseveró Rodríguez.
La nueva era de los lazos entre Cuba y Estados Unidos, que comenzó sin gran ceremonia la medianoche del domingo al lunes en Washington y La Habana, es el resultado de un acercamiento iniciado en diciembre de 2014 por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama tras más de cinco décadas de hostilidades.
Al llegar la medianoche en las dos capitales terminó una serie de políticas ampliadas y endurecidas desde que el presidente John F. Kennedy chocó en un principio con el joven revolucionario Fidel Castro por la expansión de la entonces Unión Soviética en las Américas.
Al amanecer, y sin ceremonias, el personal del Departamento de Estado colocó la bandera cubana en su vestíbulo junto a las de todas las naciones con las cuales Estados Unidos mantiene relaciones diplomáticas.
A la ceremonia acudió una delegación estadunidense que no ejerció derecho de palabra, encabezada por la subsecretaria de Estado para América Latina Roberta Jacobson y Jeffrey DeLaurentis, quien se desempeñará como encargado de negocios de la embajada estadunidense en La Habana.
DeLaurentis, quien fungió como jefe de la sección de Intereses desde agosto, podría estar en la lista final de postulados a embajador estadunidense en Cuba.
Rodríguez viajó a Washington acompañado por una comitiva de al menos 30 personas, y que incluyó a la vicepresidenta de la Asamblea Nacional, Ana María Mari; el ex canciller y ex líder parlamentario, Ricardo Alarcón; el cantautor Silvio Rodríguez; el artista plástico Alexis Leiva (Kcho) y el historiador de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal.
La Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana anunció su conversión en embajada en un comunicado, pero no izará inmediatamente la insignia de las barras y las estrellas hasta una ceremonia formal que Kerry probablemente encabezará en agosto.
En La Habana, un reducido grupo de curiosos, algunos turistas, trabajadores del vecindario y muchos periodistas, camarógrafos y fotógrafos, rodearon la ahora embajada de Estados Unidos.
Rebeca Burgos, una trabajadora independiente de 57 años, dijo que se trata de “algo muy importante para los dos países y esperamos que sea para bien de los dos pueblos”. Explicó que “hoy la verdad es que no veo nada fuera de lo normal de todos los días, solo algunas personas que vienen con sus banderitas, y me parece que hay menos custodios y policías cubanos en los alrededores”.
Sin embargo, aunque la normalización protagoniza el estado de las relaciones bilaterales, sigue habiendo un profundo abismo ideológico entre los dos países, y quedan muchos asuntos por resolver. Algunos de estos temas son espinosas disputas, como las reclamaciones cruzadas de reparaciones económicas, la insistencia de La Habana de que se ponga fin al embargo impuesto hace 53 años y las peticiones estadounidenses de que se hagan mejoras en derechos humanos y democracia.
Aun así, los acontecimientos del lunes sellan un drástico cambio de rumbo en la política estadunidense sobre la isla comunista durante el gobierno de Obama, que ha buscado acercamientos con Cuba desde que asumió el cargo, y suavizado de forma progresiva las restricciones sobre el viaje y el envío de dinero a la isla.
Los esfuerzos de Obama tropezaron durante años por el encarcelamiento en Cuba de Alan Gross, contratista de la Agencia estadunidense para el Desarrollo Internacional. Gross, varios prisioneros políticos en Cuba y los miembros de una célula cubana de espionaje que seguían presos en Estados Unidos fueron liberados en diciembre.
Obama declaró que la antigua política hacia Cuba había sido un fracaso que no alcanzó los resultados pretendidos, y afirmó que EU no podía seguir haciendo lo mismo y esperar un cambio. Por tanto, dijo, comenzaría a trabajar en la normalización de relaciones.
El proceso avanzó lentamente hasta que Estados Unidos retiró a Cuba de su lista de países que auspician el terrorismo a finales de mayo, y después se atascó en cuestiones sobre el acceso de los diplomáticos estadounidenses a los cubanos de a pie.