BARCELONA. Hasta en esta zona del planeta se festeja la noticia: el gobierno de Oaxaca anunció la desaparición del Instituto de Educación Pública de Oaxaca y la creación de un nuevo organismo para garantizar y fortalecer la educación en aquella olvidada entidad para así cumplir con la madre de todas las reformas.
Y decimos que aquí en Cataluña se festeja la noticia porque hasta CatRadio -la emisora de esta zona autónoma de España- dio espacio, la tarde de ayer, para hablar del gran problema de nuestro país. Decían los contertulios que la única manera de explicar la fuga del hombre más buscado en el planeta, después de Osama Bin Laden, es la corrupción. Claro, todos coincidieron, pero el conductor de la mesa agregó: efectivamente es la maldita corrupción la que afecta terriblemente a ese pueblo, pero sobre todo es la poca educación de los mexicanos lo que los tiene así, que hasta dejan ir a un criminal y no pasa nada.
Y tiene razón, no es un tema de simple corrupción, sino de bajo nivel educativo, que nos lleva a estrellarnos en el muro de la vergüenza y la pena internacional, sin apostarle a la gran revolución educativa. En otras palabras, lo que nos diferencia de los pueblos desarrollados es el nivel educativo, que cada quien conozca sus prerrogativas y sus obligaciones. Y claro, que permite la impunidad que nos caracteriza.
Le faltó decir a los participantes de la radio catalana que a Gabino Cué, el gobernador de Oaxaca, le dio miedo aplicar la ley y que pidió ayuda muy tarde al gobierno federal. Que le tembló la mano y que su excusa infantil fue que por años actuó así el magisterio local. Recordemos que en materia educativa cada día que se intenta negociar es dejar en la ignorancia a miles de niños y jóvenes. Y en Oaxaca es criminal esperar, patear la lata y no ser firme desde la cómoda oficina refrigerada del titular del Ejecutivo.
¡Qué razón tienen los analistas catalanes: el problema de nuestro país es un bajo nivel educativo!
Con Valor y Con Verdad.- En esta ocasión, permítanle al opinador hablar de lo que aquí sucede: Pep Guardiola, como casi todos los catalanes, promueve y desea la independencia.
Es difícil comprender las razones, argumentos y propuestas de la Generalitat, y más complicado cuando la censura del gobierno que encabeza Rajoy no les permite a los independentistas expresarse libremente. Claro, en los medios catalanes sí están los motivos bien fundamentados.
La autodeterminación de los pueblos es una prerrogativa de los países libres y modernos, pero la dividida España, que aún tiene una devaluada monarquía, no quiere pasar a la historia en pleno siglo XXI por un proceso divisorio. Menos la Comunidad Económica Europea. Pero la realidad es que los españoles están más divididos que nunca: su idioma, su pensamiento, su cultura, la crisis que los parte, porque argumentan los norteños que mantienen a los sureños de la península, que unos pagan más impuestos que otros, y porque la capital ya no es símbolo de unión, sino todo lo contrario.
El extranjero supone que solamente los divide el futbol, pero es más que un bando del Barça y otro del Madrid. Es algo mucho más profundo y serio: se trata de que se respeten los derechos y la forma de pensar de una nación que no es ni se siente española.
En año y medio se proclamará la independencia, y tiene en aprietos a los monárquicos, al gobierno establecido, a los presidentes y jefes de Estado de la Unión Europea. Y los ojos del mundo, otra vez, estarán en esta zona del orbe.
Si lo lograrán, si se separarán de España, si lo aceptarán las grandes fuerzas económicas, si será posible la escisión, lo veremos muy pronto. Por eso, convoco a los lectores del diario 24 Horas a que estemos muy pendientes del histórico proceso que aquí se vive y que tiene en vilo al Viejo Continente.