Dicen los observadores que si el presidente Enrique Peña Nieto no se decide ahora a sacudir el árbol para que caigan las manzanas maduras -o podridas-, entonces ¿cuándo cree él que será el momento? Porque de que habrá cambios los habrá, agregan, pues dos años siete meses de gestión gubernamental han sido tiempo más que suficiente para que los secretarios de Estado mostraran sus aptitudes o sus ineptitudes.

 

Patricia_Mercado_protesta_Mancera_CUARTOSCURO

 

No se trata por supuesto de imitar a Miguel Ángel Mancera, quien en los cambios en su gabinete que anunció la semana pasada pensó que estaba haciendo tamales, por lo que incluyó funcionarios de chile, de dulce y de manteca. Lo que requiere urgentemente el primer mandatario, según los susodichos observadores, es hacer una reingeniería.

 

Como NO se trata de atinarle a quién sustituye a quién en tal secretaría, ni de señalar sus méritos y sus errores, pues finalmente será el Presidente quien los evalúe y decida quién se va, quién se queda; a quién mete… ¿Quiénes podrían ser los más beneficiados y los más perjudicados?

 

El más beneficiado con la reingeniería gabinetológica sería el secretario de Hacienda, porque mientras mantenga la titularidad de esa dependencia se le cerrarán las puertas para introducirse con buena fortuna a la búsqueda de la candidatura presidencial priista. Salvo José López Portillo, ningún secretario de Estado de los gobiernos sexenales salió de Hacienda para ser candidato de su partido y luego presidente de la República. Sus dos primeros años como jefe del Ejecutivo federal fueron exitosos -gracias al boom petrolero-, pero después los precios del petróleo se desbarrancaron y en vez de “administrar la abundancia”, como prometió JLP, terminamos semiadministrando una brutal crisis. El negativo antecedente de López Portillo, que desde la Secretaría de Hacienda llegó a la Presidencia de la República, no volverá a repetirse. Así que piénselo, señor secretario.

 

La Secretaría de Estado que tendrá cambios inútilmente postergados, será -entre otras- la de Desarrollo Social, y esa sería la plataforma ideal para que Luis Videgaray reconstruya su imagen pública, que es francamente mala en los medios de comunicación y en un influyente sector de la clase empresarial.

 

Si permanece en la Secretaría de Hacienda, tendrá que lidiar -a finales de este año y principios del próximo- con el gigantesco problema que significa organizar y poner en marcha el Presupuesto Base Cero, el cual pondrá al secretario en la mira de adversarios de la oposición y, lo que es peor, en la mira de un amplio sector de la clase política priista que intentará ponerle zancadillas. Otros asuntitos con los que tendría que lidiar Videgaray son: “la tormenta financiera” que viene de fuera (Grecia, el inminente aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, la desaceleración económica de China y sus efectos); las falsas expectativas de crecimiento que vendió con el impacto de las reformas estructurales. Y aunado a esto último, los precios del petróleo en el 2016, donde ya no habrá coberturas que tapen los enormes agujeros financieros.

 

Será el Presidente de la República quien decida en definitiva si hace cambios en su gabinete, pero algo o mucho podrá hacer el secretario Videgaray para que los cambios lo favorezcan y para que Enrique Peña Nieto lo ubique en mejor posición para aspirar a la candidatura del PRI en la elección presidencial de 2018, si sigue siendo, como piensan todos, uno de sus “delfines”.

 

¿Y sobre los otros posibles cambios?, preguntan los curiosos. ¡Ya dijimos que no se trata de atinarle! Sin embargo, ayer circuló entre los agroyuppies la versión de que el secretario de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez, estaba haciendo maletas. ¡Pues es que tomará vacaciones!, respondieron sus colaboradores.  ¿Permanentes? Insisten aquéllos. Paciencia.

 

AGENDA PREVIA

 

Sensible baja en Capufe. ¿Le dieron cuello a Benito? No hombre, renunció a la Dirección de Comunicación, Isabel Morales, periodista de amplia experiencia y larga trayectoria. ¡Ni modo!