El gran espejo donde debería mirarse Miguel Herrera es el de Diego Armando Maradona, quien pasa de un escándalo a otro por causa de su mal temperamento. Con la prensa, el ex jugador argentino tiene una muy mala relación desde hace décadas. El punto más alto fue cuando, en 1994, fue sentenciado a dos años de prisión en suspenso y una fuerte indemnización al atacar con una escopeta de perdigones a reporteros que aguardaban fuera de su casa, tras sus escándalos de dopaje en Italia.

 

Sin embargo, Maradona no aprendió y apenas en abril pasado atacó a un periodista en Bogotá, después de un supuesto “Partido por la Paz” en el que jugó. Al terminar el encuentro entre veteranos y repartió patadas a agentes de seguridad y aficionados.

 

Un año antes Maradona atacó a otro periodista porque, según el ex futbolista, “hizo ‘ojitos’ a su novia”.

 

Y para seguir el recuento de ataques, protagonizó otros dos en 2013 cuando embistió con piedras a fotógrafos en el aeropuerto de Buenos Aires y después pateó a otro fuera de la casa de su padre.

 

Así se las gasta Maradona, quien tras caer en desgracia por su consumo de drogas y casi en la ruina, cobrara por dejarse entrevistar y sacar fotos.