Las tasas de interés van a subir en México, que de eso no le quede la más mínima duda. Lo veremos claramente el próximo año pero los primeros aumentos a la tasa de referencia del Banco de México se darán en los meses por venir.
La pregunta que cada día se vuelve más prudente es si conviene o no esperar a que primero dispare el aumento la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) para que la autoridad monetaria responda de inmediato. O bien si las condiciones de un peso vapuleado no ameritan adelantar la decisión de subir el costo del dinero en este país.
Las tasas de interés son como una válvula reguladora que ayuda a abrir o a cerrar el flujo de recursos disponibles. Si el crédito es barato y se paga poco por ahorrar, la gente y las empresas gastan y piden prestado.
Y por el contrario, si los ahorros son bien recompensados con una tasa alta y los créditos son caros, la decisión es guardar el dinero y no comprar o no invertir.
Cuando los capitales externos encuentran un mercado con una tasa de interés que les deja ganancias a la par de un riesgo país razonable entran, compran la moneda local y le bajan la presión a la cotización de esa divisa. O lo que es lo mismo: compran pesos y se aprecia frente al dólar.
¿Puede afectar la economía que el banco central mexicano se adelante a subir las tasas de interés? Pues sí, es un lastre adicional. Pero ya es hora de preguntarse honestamente si no está peor para la economía que el dólar se acerque a los 17 y puedan despertar los demonios inflacionarios.
Cuando al usurero le dicen que podría subir la tasa de interés de referencia medio punto porcentual, se ataca de la risa porque él promete no subir sus préstamos más allá del 30% mensual que cobra.
Las casas de empeño también se podrán solidarizar y prometer que si el Banco de México se atreve a subir de manera adelantada medio punto porcentual su tasa de interés interbancaria, ellos no le suben ni un punto más a su 100% de interés anual que cobran a los más pobres que van a empeñar sus pocas pertenencias.
Lo cierto es que en México la banca comercial solo presta poco más del 25% del Producto Interno Bruto (PIB) a los particulares, los que más le piden a los bancos son los gobiernos. En Chile por ejemplo los préstamos a personas y empresas representan el 100% de su PIB. Así que tampoco sería tanto el impacto.
Y como le digo, inevitablemente van a subir las tasas de interés. Si adelantar esta decisión ayuda a apuntalar al peso frente al dólar, podría ser un beneficio.
No le quedan muchas herramientas útiles a la comisión de cambios, conformada por la Secretaría de Hacienda y el propio Banco de México, para apuntalar al peso.
Ya hay una ola negativa, una desbandada en contra del peso. El que puede compra dólares, así sea un billetito de cien o desde la tesorería de las empresas algunos cientos de miles de dólares.
Lo único que queda por hacer es mostrar el músculo. Aliarse con los que causaron la depreciación inicial, o sea los capitales golondrinos, para que con su regreso fuercen a los especuladores a cobrar sus ganancias y permitir la recuperación del peso.
La manera más efectiva, hoy, a estas alturas, con el daño hecho, es subiéndole los premios a los que prefieran al peso sobre el dólar. El Banco de México lo puede hacer hoy o bien esperar a septiembre y atenerse a las consecuencias.