Si Ernesto Cordero se convirtió en el secretario Google para el presidente Felipe Calderón, José Antonio Meade ya es el diplomático de la política interior del actual sexenio.
En política también se cumplen leyes de la física.
Cuatro personajes habituales en el Partenón del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), hace 26 años, eran Cordero, Meade, Jaime Gutiérrez Casas y Hugo Félix. El Partenón no sólo era la residencia de los jóvenes en la antigua Grecia, cuyo ornamento era dórico; el del ITAM, era el centro de poder estudiantil. Junto a la cafetería y a una extraña fuente estéticamente muda, el espacio lúdico de los itamitas era frecuentado lo mismo para cubrir las horas horcadas entre clase y clase que para “conspirar” en contra de las planillas opositoras.
Los cuatro, Gutiérrez, Meade, Cordero y Félix, no han cambiado durante el complejo tránsito de 26 años. En 1989-1990 el cuarteto ya había probado las mieles del poder (universitario). Jaime Gutiérrez como presidente del Consejo de Alumnos; Meade y Cordero como vicepresidentes. Hugo Félix como entusiasta colaborador.
El hoy secretario de Relaciones Exteriores en la planilla de Gutiérrez, y el que ocupara las cabezas de las secretarías de Hacienda y Sedesol durante el pasado sexenio, en la planilla de Luis Miguel Montaño, presidente del Consejo en 1990. Hugo Félix, incondicional de Virgilio Andrade (hoy titular de Función Pública).
El cuarteto no ha cambiado. Buena señal en tiempos canallas. Los cuatro sencillos. Cordero es político por amigo; Meade es diplomático donde vaya; Gutiérrez, estratega; Félix, feliz oaxaqueño.
Los cuatro valoran el factor humano. Mientras que Max Cortázar me zancadilleó durante un partido de futbol, Cordero continua siendo fiel al proyecto de Calderón. No es necesario el matiz. Muerto el rey, vive el rey. Cortázar tras la pista del poder poblano. Cordero con Margarita Zavala. Albert Camus no se equivocó al hacer una lectura de la moral desde una cancha de futbol.
José Antonio Meade siempre tiene tiempo para los detalles. Una tarde, al abrirse la puerta de un elevador, le obsequié mi libro, Referéndum Twitter. Su primer comentario: “para leerlo en el avión”.
Gutiérrez (y Adriana Castañón Pérez-Allende), cómplice de las múltiples y prolongadas pláticas de café en el Vips de San Jerónimo con don Fernando Marcos, el último cronista de futbol de Televisa e Imevisión (hoy TV Azteca). Hugo Félix, anfitrión de unos chilaquiles rojos de “El otro café”, en la calle de Shakespeare, en la colonia Anzures, frente a la “embajada” de Oaxaca.
Los cuatro tienen un reloj político diferente. Pero los cuatro son los mismos que conocí hace un cuarto de siglo.
Jaime Gutiérrez se ha convertido en el cronista del Partenón (del ITAM). A Meade lo recuerda por “su capacidad de negociador y sencillez”. No se equivoca. Veintiséis años después, Meade es el único político que se puede sentar a negociar con Andrés Manuel López Obrador el día de hoy; el único que tiende puentes hacia todos los partidos políticos; el único secretario que ha ocupado secretarías variopintas: Energía, Hacienda, Relaciones Exteriores y, probablemente, Gobernación.
En 2015 el Partenón del ITAM ha dejado de existir. Frente a él pasó una tribu de soñadores que catalizaron sus propuestas a través del Consejo de Alumnos. Muchos de ellos cambiaron por decisión del poder. Otros quizá no lo hicieron, pero no he tenido la suerte de frecuentarlos. Cordero, Meade, Gutiérrez y Félix son los mismos. Buenas noticias.