Pues nada, que el mejor político del PRI hoy por hoy -claro, después del señor licenciado Enrique Peña Nieto, que por algo es presidente de la República- se enfrentó, y salió airoso, a los grupos de fuerzas oscuras, turbias y claras que se sentían amos del tricolor y que, ingenuamente, supusieron que su influencia era tan grande que podrían atar de pies y manos al Jefe de las Instituciones Nacionales para que designara a quien convenía a sus intereses.
Hace un par de meses, cuando se empezó a calentar la sucesión en el PRI, le preguntaban a Manlio Fabio Beltrones: ¿Qué va a hacer cuando concluya la Legislatura federal? ¿Competirá por la presidencia del PRI nacional o se va a ir a su casa? A lo que contestó: Lo mío, lo mío, es la política, y es la política partidaria. Y un militante de un partido político siempre considera un privilegio poder participar para ser el dirigente nacional de su partido. Eso se registrará en agosto. Por lo pronto no puedo decirles algo distinto a lo que es obvio: Sí me gustaría ser presidente del partido. Pero esa no es mi obsesión, esa es mi ilusión.
A raíz de esa declaración, los malosos que pululan en el PRI se dedicaron a difundir la versión de que existía un pleito sordo entre el presidente Peña Nieto y el diputado federal, pleito supuestamente recrudecido por el autodestape del sonorense como aspirante al liderazgo nacional de su partido.
La realidad es que no existe ni existirá tal enfrentamiento, apuntaban en mayo pasado los observadores. Y explicaban: En primer lugar porque no conviene a los intereses políticos de los supuestos contendientes, y en segundo lugar porque si Peña Nieto comprara el encontronazo con Beltrones pondría en riesgo la estabilidad y la unidad en el seno de su partido. Por otra parte, si Manlio Fabio se subiera al ring llevaría todas las de perder, porque ningún priista apostaría su futuro a la frágil carta de retar al Presidente de la República.
Y recordaban los mismos observadores: La última ocasión en que se produjo, en el pasado reciente, una pugna abierta entre militantes distinguidos del PRI y el Presidente de la República fue en 1987, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, pretendieron disputar a Miguel de la Madrid el sagrado derecho al dedazo para designar al candidato presidencial priista para las elecciones de 1988, que resultó ser Carlos Salinas de Gortari. El resultado final del pleito, ganado por De la Madrid, obligó a sus adversarios internos a renunciar a su militancia priista y fundar posteriormente el Partido de la Revolución Democrática.
No será ese el caso de Manlio, advertían los observadores. Si alguien conoce a fondo las reglas no escritas del juego priista, es él. En el seno del PRI -tanto en el viejo partido hegemónico del siglo XX, como en el neo PRI del siglo XXI- no se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad del Presidente de la República… Lo cierto es que Beltrones Rivera es un activo político priista, y no es previsible que su escenario futuro sea la “banca”, porque tiene mucho que aportar tanto al PRI como al gobierno federal. El diputado sonorense ya puso sus cartas sobre la mesa en espera de que el dirigente real de su partido ponga las suyas, agregaban.
Bueno, todo parece indicar que bajo el lema “línea, unidad y disciplina”, el líder máximo del PRI ya decidió.
Los que seguramente están que no los calienta ni el sol, son los dos enanitos de Blanca Nieves que hoy encabezan o pronto encabezarán a sus respectivos partidos: Lagrimota -se llame como se llame- del PAN y el Quinto Chucho del PRD. ¿Alguien se imagina a este par en debate con el “Jefe de Jefes”?
AGENDA PREVIA
Nuestro más sentido pésame al presidente de la Cámara Nacional de las Industrias Azucarera y Alcoholera (CNIAA), Juan Cortina Gallardo, por el sensible fallecimiento de su señor padre, don Antonio Cortina Barroso. Un abrazo solidario, Juan.
(Por vacaciones a los lectores, esta columna reanudará su publicación el lunes 10 de agosto.)