Miguel Ángel Jiménez, el activista que había jugado un papel central en la búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala y murió asesinado, había recibido múltiples amenazas, según confirmó la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG).
Fue asesinado de un disparo en el interior de su coche la noche del sábado en la localidad de Xaltianguis, muy cerca de Acapulco, en la costa pacífica del estado de Guerrero y donde había colaborado en la fundación de una de las organizaciones de policía comunitaria del estado.
Fue una de las primeras personas que se organizó en la ciudad de Iguala, en el estado de Guerrero, cuando desaparecieron 43 estudiantes de magisterio en septiembre de 2014.
“Desde que en octubre pasado Jiménez Blanco arribó a Iguala para unirse a la búsqueda de los 43 jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, recibió las primeras amenazas en su número de celular para que desistiera del esfuerzo”, dijo Bruno Plácido, líder de la organización de autodefensas, la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) en la que militaba Jiménez
Semanas después de la desaparición de los estudiantes, que excepto uno, no han sido localizados, comenzó a descubrirse que la policía local por orden del alcalde fue quien llevó a cabo la desaparición forzada de los jóvenes antes de entregárselos a un grupo de sicarios que supuestamente los asesinó e incineró los restos.
Con la ayuda de más voluntarios en octubre y noviembre de 2014, Jiménez salió a las montañas que rodean la ciudad de Iguala y comenzó a localizar fosas comunes en la zona que no eran las de los estudiantes que buscaban sino los restos de la guerra entre dos organizaciones de narcotraficantes que operan en la zona, “Los rojos y los “Guerreros Unidos”.
En julio, la Procuraduría General de la República confirmó que se han localizado 60 fosas comunes con 129 cuerpos en los alrededores de Iguala desde octubre de 204. La mayor parte de los restos no han sido identificados. En la zona hay cientos de desaparecidos.
Xitlali Miranda, que continúa buscando desaparecidos alrededor de Iguala desde la agrupación de la parroquia de la localidad y colaboró con Jiménez desde el primer día, dijo a The Associated press que “él siempre buscaba a quien ayudar”, que “era una persona con un espíritu humanitario y de búsqueda de justicia”.
Miranda agregó que “él fue de las primeras personas en decir que ¿si no son de los estudiantes, quiénes son? (todos esos cuerpos)”.
“Las amenazas más recientes se originaron a raíz de su última visita a Iguala, hace un mes, cuando comenzó a buscar los cuerpos de los jóvenes desaparecidos en pozos de agua en el municipio de Cocula”, agregó Plácido sobre un municipio colindante con Iguala y cuyos agentes de policía también trabajaban a sueldo del crimen organizado, según las indagaciones.
“Desde esa fecha, no sólo lo amenazaron vía su celular, sino que desconocidos comenzaron a seguirlo a todos lados, razón por la que desistió de la búsqueda y se recluyó para evadir una eventual agresión”, dijo Plácido.
Debido a la inminencia de la amenaza, cumplida en la persona de Jiménez, Plácido explicó que la dirigencia y la militancia de la UPOEG decidieron mantenerse con un bajo perfil por lo menos hasta que las autoridades actúen.
En el estado de Guerrero se registran enemistades cruzadas entre organización de autodefensas, la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero y una escisión de la misma, denominada Frente Unido por la Seguridad y Desarrollo Social de Guerrero (FUSDEG) que se han enfrentado con las armas en el pasado con resultado de muerte. Además las autodefensas también tienen problemas con las organizaciones que se dedican al narcotráfico y la extorsión.
Durante el fin de semana, entre el viernes y el sábado, se registraron 16 homicidios en el mismo municipio en el que Jiménez fue asesinado