WASHINGTON. El aspirante presidencial republicano Rick Perry ha tenido que dejar de pagar a su equipo de campaña por la escasez de fondos recaudados, lo que ha generado hoy las primeras especulaciones acerca de si el ex gobernador de Texas está en serios problemas para continuar en la contienda por la Casa Blanca.
La cadena CBS y el diario The Texas Tribune, entre otros, informaron que Perry ha dejado de pagar al personal de su sede nacional de campaña en Austin (Texas) y también a quienes están preparando el terreno en Iowa, Nuevo Hampshire y Carolina del Sur, los primeros estados que celebrarán caucus y primarias en 2016.
De acuerdo con The Texas Tribune, el director de campaña de Perry, Jeff Miller, comunicó la decisión al equipo el pasado viernes, un día después del primer debate televisado entre los precandidatos republicanos a la Casa Blanca, y dijo a sus integrantes que eran libres de buscar otros trabajos.
Hasta finales de junio, la campaña de Perry había recaudado apenas 1.14 millones de dólares, según sus registros.
No obstante, los comités de acción política (Super-PAC) que apoyan la candidatura de Perry aseguran haber logrado hasta mediados de julio casi 17 millones de dólares y planean compensar con ese dinero la escasez de fondos de la campaña oficial.
Esos comités funcionan de forma independiente a las campañas y, en virtud de una sentencia del Tribunal Supremo, pueden recibir contribuciones individuales sin los límites que sí existen para candidatos y partidos.
Perry dejó la gobernación de Texas en enero pasado con la vista puesta en una nueva campaña por la candidatura republicana a la Casa Blanca, tras el fracaso de su anterior intento en 2012.
Ese intento terminó en un sonado fiasco tras quedarse Perry en blanco en un debate con los otros candidatos, pero según sus colaboradores más próximos esa experiencia le curtió y, desde entonces, no ha cesado en su preparación para esta nueva campaña.
El pasado 4 de junio Perry lanzó esta segunda campaña, con un video en el destacaba los logros de sus 14 años como gobernador de Texas, el segundo estado más poblado del país, con énfasis en la recuperación económica experimentada durante su mandato.
El inicio no ha sido bueno y la semana pasada Perry no estuvo en el debate televisado entre los 10 aspirantes republicanos mejor situados en las encuestas, quedando relegado al de los 7 precandidatos “perdedores”, que se celebró en horario de menor audiencia.
“¿Es esto el final para Rick Perry?”, se pregunta hoy en un artículo Chris Cilliza, analista del diario The Washington Post, al hilo de la noticia sobre la escasez de fondos de su campaña.
Perry “tuvo su oportunidad en 2012. Metió la pata y la perdió. Esta campaña es un intento de revertir la historia y empezar de nuevo. Lo que casi nunca funciona”, reflexiona Cilliza