BEIRUT. La guerra civil que golpea a Siria desde marzo de 2011 sigue cobrando víctimas civiles. Ayer al menos 37 personas murieron por bombardeos de la aviación gubernamental y el disparo de cohetes por parte de los rebeldes en Damasco y su periferia, pocas horas antes del arribo del canciller iraní Mohammad Javad Zarif.

 

El cañoneo rebelde, con su aparente mensaje de que Zarif no era bienvenido en Siria, comenzó durante la hora pico en Damasco cuando medio centenar de obuses cayeron en los vecindarios de clase alta de Abu Rummané, Baramké y Qasaa.

 

La televisión estatal siria y el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos con sede en Londres dijeron que los proyectiles dejaron cinco muertos y decenas de heridos.

 

Poco después, aviones del gobierno atacaron varios suburbios de la capital que están en poder de los rebeldes. Los Comités de Coordinación Local, un grupo opositor, dijeron que los ataques a Hamouriyé Saqba, Kfar Batna, Douma y Arbeen dejaron al menos 32 muertos y más de 120 heridos.

 

El ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, Zarif arribó a Damasco para discutir una propuesta de cuatro puntos para poner fin a la prolongada guerra civil que Irán quiere presentar ante las Naciones Unidas. El plan incluye un cese de fuego y “gobierno de unidad nacional”.

 

Pero la violencia que precedió a la visita puso de relieve la improbabilidad de que tales gestiones conduzcan a una tregua en el futuro previsible en un conflicto que ha causado más de 250 mil muertes desde marzo de 2011.