El mayor problema para Banxico es identificar cuándo la Fed iniciaría el movimiento en la tasa de interés y en su caso, la velocidad al alza, porque queda muy claro para todos que la economía mexicana crece a un ritmo moderado con varios sectores debilitados y bajo un enfoque “aislado”, la política monetaria debería seguir siendo flexible.
Pero es muy importante, ver que el movimiento de flujos pudiera seguir presionando variables como el tipo de cambio y cada vez más rápido que tarde, tuviera ya una transferencia de precios en productos importados hacia el consumidor.
Quizá sólo un porcentaje de estos productos incidiría en una presión inflacionaria, pero también afectaría otros rubros como la compra de maquinaria y equipos, así como nuevas inversiones y, al final el efecto es contraproducente para la confianza y el crecimiento futuro de la economía mexicana.
Por ello, sería “menos perjudicial” si el Banxico se anticipa a un aumento en la tasa de interés de referencia (en la que se amplíe el “spread” del diferencial de tasas de interés de México y Estados Unidos) y ayude a estabilizar un poco más al tipo de cambio. Porque este proceso de la Fed será de “tiempo” y el sólo utilizar las reservas internacionales, nos podríamos llevar una “sorpresa” de demanda, que al final no se corrige el objetivo y la economía podría entrar en una fase más “vulnerable”, especialmente si se afectan las condiciones macroeconómicas.
El indicador de la depreciación móvil del peso vs el dólar se mantiene en una zona de “alerta” y a pesar de que la Comisión de Cambios aumentó su participación en el mercado de divisas hace algunas semanas, necesitaría más acciones que busquen esta estabilidad en el corto y mediano plazos.
Analizando la probabilidad de los futuros en las tasas de interés en Estados Unidos, para la reunión de septiembre de la Fed, existe 50% de probabilidades de que permanezca sin cambio entre 0 y 0.25% y 50% de que se mueva entre 0.25 y 0.50% (nosotros nos inclinamos en que no la movería en esa reunión).
Para la reunión de octubre próximo, existe una probabilidad de 45% de que permanezca sin cambio entre 0 y 0.25%, 50% de que se ubique entre 0.25 y 0.50% mientras que se tiene 5% de que se ubique entre 0.50 y 0.75% la tasa de referencia. Así, se tiene 55% de que la Fed la pueda mover al alza.
Hacia la última reunión del año, el 16 de diciembre próximo, existe 26% de que permanezca sin cambio entre 0 y 0.25%, 48% de que se ubique entre 0.25 y 0.50%, 24% de que se ubique entre 0.50 y 0.75% mientras que se abre otra ventana con una probabilidad mínima de 2.0% de que se ubique entre 0.75 y 1.00%. Como se observa, ya existe 74% de probabilidades de que la tasa de interés se mueva al alza.
Por ejemplo, hacia la reunión de junio del 2016, los futuros consideran que la tasa de la Fed pudiera oscilar ya entre 0.50% y 1.00% donde el rango es de casi 60% de probabilidades.
Ante todo esto, transfiriendo estas probabilidades en las tasas de interés en Estados Unidos hacia las de México (debiendo verlo sólo como probabilidad de ocurrencia), es que para diciembre del presente año, es altamente probable que la tasa de referencia se haya movido al alza y hacia mediados de junio de 2016 cuando menos, la tasa de referencia pudiera situarse entre 3.50 y 4.00% mientras que a noviembre de 2016 ya previo a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la tasa de referencia en México pudiera situarse cuando menos en 4.00%.
Todo esto incluye eventos ya conocidos como la reciente devaluación del yuan chino dentro de un entorno de una mayor desaceleración de la economía a la estimada por el propio gobierno, el acuerdo de rescate de Grecia, la contracción económica en Brasil, algunos aspectos geopolíticos, entre otros.
¿Qué pudiera mover estos escenarios? Una crisis de crecimiento económico mundial provocada por la región asiática, caídas más abruptas en los precios de las materias primas, economías desarrolladas de nuevo en zona de “deflación”, o bien una sorpresa negativa con gran impacto sería una fuerte desaceleración de la economía de Estados Unidos que ponga en riesgo el crecimiento mundial.
Hasta ahora, la presión cambiaria viene más por el lado de los futuros en Chicago y operaciones de corto plazo en mercado de deuda. Pero ¿qué sería si las bolsas registraran una caída mayor donde habría salida de flujos de inversión extranjera?, si las condiciones macro de México cambian y el interés por instrumentos de bonos del gobierno se reducen y hubiera una “verdadera” salida de flujos.
Ni las reservas internacionales y la línea de crédito para mitigar riesgos cambiarios serían suficiente. Es mejor actuar y buscar el menor perjuicio ante un escenario de riesgo mundial.