EL CAIRO. Una bomba de gran potencia que explotó el jueves por la mañana cerca de un edificio de seguridad nacional en un barrio residencial de El Cairo dejó al menos 29 heridos y destrozó las fachadas de los edificios cercanos.

 

El grupo Estado Islámico se declaró responsable del atentado y dijo por su emisora de radio Al-Bayan que lo habían realizado “soldados del califato”. Su filial en Egipto dijo en un comunicado, que sus partidarios hicieron circular por el internet, que el ataque fue una represalia por la ejecución de seis milicianos en mayo.

 

La explosión, alrededor de las 2 de la mañana, derribó un muro ante un edificio gubernamental, dañó su estructura y abrió enormes boquetes que dejaban ver las oficinas. Once de los heridos eran agentes de policía o soldados. No se informó de muertes.

 

Los vidrios de las ventanas rotas cubrían las calles a varias cuadras de distancia del sitio de la explosión en el barrio de Shubra el Jeima, en el ingreso norte a la capital.

 

Ambulancias y camiones de bomberos acudieron al lugar, inundado por las tuberías de agua rotas tras la detonación, que las autoridades atribuyeron a un coche bomba con potentes explosivos. La detonación se oyó y sintió en toda la ciudad. La agencia noticiosa estatal MENA informó de las víctimas horas después.

 

Los heridos fueron evacuados a hospitales cercanos, indicó el responsable de emergencias Ahmed al Ansari. Alrededor del edificio se veían autos dañados, y efectivos de seguridad fuertemente armados patrullaban las calles y establecían bloqueos para mantener alejados a los asustados vecinos. El sitio aparente de la explosión quedó señalado por un gran cráter, y un motor de automóvil quedó en el lado opuesto de la calle.

 

 

 

El mes pasado se difundió un comunicado similar tras un atentado ante el consulado italiano en El Cairo.

 

Egipto ha sufrido un aumento de los atentados contra fuerzas de seguridad desde que el presidente islamista Mohamed Morsi fue derrocado por el ejército en 2013. Una filial del grupo Estado Islámico en el norte de la península del Sinaí ha reclamado atentados previos.

 

En el edificio contiguo a la oficina de seguridad, el cirujano plástico Gawad Mahmud vio su oficina destrozada por la bomba. El médico lamentó los problemas que sufre el país desde que la caída de Morsi, el primer presidente electo del país, en medio de protestas masivas contra su divisivo mandato de un año.

 

“Estábamos pintando la oficina y entonces estalló. Fue como un terremoto, arrancó las puertas y machacó todas las ventanas”, dijo. “La explosión sonaba profesional, no era una cosa pequeña”.

 

El acceso a la zona quedó muy restringido apenas unos minutos después de la explosión, y docenas de policías con uniforme y de paisano evitaban cualquier acercamiento. Las autoridades revisaron repetidas veces las credenciales de los pocos periodistas extranjeros que lograron llegar.

 

Egipto ha sufrido una oleada de atentados desde que el presidente, Abdul Fatá el Sisi, derrocó a Morsi y lanzó una agresiva campaña contra sus partidarios y los disidentes en general.

 

Este mes aprobó una nueva ley antiterrorista, presentada en medio de una ola de ataques y asesinatos este verano. La nueva ley impone una extensa definición de quiénes pueden enfrentar una severa serie de castigos, incluyendo periodistas que no se mantengan en la misma línea del gobierno.

 

Egipto lleva tres años sin parlamento, y desde que resultó elegido hace poco más de un año, el Sisi ha aprobado por su cuenta decenas de leyes.

 

El gabinete aprobó la propuesta el mes pasado, dos días después de que un auto bomba detonara en un lujoso barrio residencial de El Cairo, matando al procurador general del país, Hisham Barakat. El día de su aprobación, extremistas islámicos lanzaron un ataque simultáneo en su intento de tomar una población en el norte de Sinaí, en donde se presentaron atentados suicidas y un enfrentamiento con miembros del ejército que se extendió durante varias horas.