Un estudio psicológico hecho por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRF) a 630 estudiantes de universidades públicas y privadas reveló que 51 por ciento de ellos tuvo alguna experiencia de coerción sexual.
El estudio, en el que participaron jóvenes de entre 17 y 29 años, indicó que los hombres ejercieron la coerción sexual casi tres veces más que las mujeres.
Las principales tácticas usadas por los varones para conseguir un encuentro sexual es hablar de manera constante sobre sexo, dijo la investigadora Gabriela Josefina Saldívar Hernández, en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“Pedir la famosa prueba de amor, el chantaje así como utilizar los sentimientos de la mujer y la caballerosidad”, añadió.
En contraste, las mujeres llevan a cabo insinuaciones sexuales por medio del cuerpo y amenazas que contradicen la masculinidad de la víctima al ser calificado como homosexual, para poder conseguir un encuentro sexual.
La especialista dijo que otro resultado interesante que arrojó este ejercicio es que el grupo de análisis que aceptó haber experimentado coerción, en especial los de menor edad, culpan a sus víctimas de haber tenido una relación sexual forzada.
Por otro lado, también persiste la creencia de que los hombres o personas con determinadas características físicas, no pueden ser violados, agregó.
Por ello, la especialista subrayó la importancia de hacer esfuerzos para erradicar las creencias que sostienen que los comportamientos sexuales abusivos en el contexto de una relación erótica y/o afectiva son normales o naturales.
La coerción sexual se define como cualquier tipo de presión física o emocional ejercida por una persona para conseguir un encuentro sexual, que es una de las tres formas de violencia sexual que existen, explicó.
No obstante, este fenómeno es el menos estudiado debido a prejuicios y tabúes que predominan en las relaciones de pareja, lo que conlleva una errónea asimilación del término coerción con el de violación y porque la violencia de pareja es considerada como privada, afirmó.
En ese sentido, Saldívar Hernández advirtió que las estrategias de prevención necesitan centrarse en una educación sexual que contemple la perspectiva de género, la comunicación y el desarrollo de habilidades para negociar un encuentro sexual.
Además, dijo, estas medidas deben enfatizar la noción de los derechos de las personas de cualquier sexo y edad, así como la creación de programas integrados en la escuela, la sociedad y la comunidad.
“Se debe tener claro que en un encuentro sexual deben estar involucrados el placer, el deseo y el erotismo, pero entre parejas existe dificultad para negociar un encuentro sexual seguro y consensuado, lo que podría deberse a la falta de confianza de las personas”, sostuvo. DM