La escuela ha dejado de ser un ambiente seguro para los estudiantes. Al menos es lo que revela la Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia (ECOPRED) 2014, según la cual 3 de cada 10 adolescentes de 12 a 18 años han sufrido acoso: burlas, daño a sus pertenencias, maltrato físico o humillaciones a través de las redes sociales.

 

Esto quiere decir que 1 millón 360 mil 533 adolescentes de todo el país han sido víctimas de bullying perpetrado por sus compañeros de la escuela; ello representa a 32.2% de los estudiantes que actualmente tienen entre 12 y 18 años.

 

La encuesta también revela información sobre los “testigos” de estas agresiones: 11.9% ha visto a sus amigos golpear a alguien porque le cae mal o para hacerse respetar, y 8.7% los ha visto golpear o humillar a una o más personas.

 

La encuesta considera el bullying o acoso escolar como las burlas, apodos hirientes, esparcimiento de rumores o mentiras, exclusión con base en sus gustos, físico o ropa; dañar o esconder intencionalmente los objetos personales como mochila, bicicleta, ropa, artículos electrónicos o herramientas de trabajo para molestarlo, y la difusión de mensajes de texto, imágenes o videos sin su consentimiento para chantajear, acosar o humillar a la víctima.

 

Además, considera a los jóvenes que admitieron haber sufrido maltrato “generado con malas intenciones” por medio de jalones de cabello, empujones, pellizcos o golpes y que como resultado provocan dolor físico, moretones, cortadas, quemaduras o fracturas; también considera robo con o sin violencia,  amenazas, extorsión y delitos sexuales.

 

Focos de atención

 

Entre los 47 municipios, ciudades o áreas metropolitanas que participaron en el estudio, hay diez en las que el porcentaje de alumnos que sufren acoso escolar supera a la media nacional (32.2%): el área metropolitana de Veracruz (42.6%), la delegación Gustavo A. Madero en el DF (42.09%), Manzanillo (41.91%) en Colima, Ciudad Nezahualcóyotl (41.91%) en el Estado de México, Chilpancingo (38.92%) en Guerrero, Tepic (38.41%) en Nayarit,  Zihuatanejo (37.69%) en Guerrero.

 

También están Mexicali (37.25%) en Baja California, el área metropolitana de Guadalajara (37.15%) en Jalisco y Nuevo Laredo (36.74%) en Tamaulipas.

 

Según los datos de la más reciente encuesta que elaboraron el Instituto Nacional de Estadística y Geografía y la Secretaría de Gobernación, que se publicó la semana pasada, de las nueve tipologías de delito o maltrato que considera como las formas de victimización más comunes contra jóvenes, tres están relacionadas con el acoso escolar ocurren dentro de la escuela y son protagonizadas por compañeros de clase.

 

Una hora de golpiza

 

María del Rosario Sánchez y su familia conocen muy bien la definición de acoso escolar. A su sobrino Pablo, de entonces 15 años, sus compañeros lo esperaron a la hora de la salida. Entre varios lo golpearon durante una hora completa y nadie hizo nada. Lo soltaron sólo cuando Pablo dejó de resistirse.

 

“Subieron el video al Face y a mi sobrino lo expulsaron, tuvo que terminar la secundaria en una escuela abierta… duró una hora la golpiza que le dieron y los maestros nunca hicieron nada, nunca se presentó el prefecto, ningún maestro. A final de cuentas, no sirve que el niño señale a sus agresores porque no hacen nada los directivos. Mi sobrino ahora es muy agresivo”, contó.

 

De acuerdo con especialistas, exhibir el maltrato se ha convertido en uno de los principales alicientes para cometerlo, tanto para los testigos como para los agresores; y para lograr el propósito de “publicitar” la agresión, las redes sociales han servido mucho.

 

La imagen lo dice todo. Un jovencito con su uniforme escolar golpea a otro sin piedad, le da cachetadas, puñetazos a mano limpia, le mete un rodillazo, lo tira al piso; cuando el otro se retira y casi tropieza, lo persigue y lo sigue golpeando.

 

Unos 30 adolescentes aplauden y echan porras: “¡Mátalo!”, gritan, lo animan a seguir golpeando: “¡Dale, Dany, dale bien!, ¡dale!”; el otro le clava la rodilla en el estómago a su contrincante… “¡Qué güevos!”, grita el que graba. Uno de los muchos que observan tiene que intervenir para quitarle a “Dany” de encima al muchacho que huye del ring improvisado en un patio de la secundaria técnica 34 de Mixquic.

 

El video tiene 22 mil 780 vistas en Youtube, 29 likes  y cuatro comentarios: “jajaja fue pelea pensé que namas bailaban”, se burla el usuario “Bellako Tepis Gonzalez”. Al introducir el comando “Peleas secundarias 2014 México” el buscador arroja 14 mil 700 videos.

 

 Perfiles 

 

Aunque sea el más evidente, no sólo el niño o adolescente agredido es víctima de la violencia; en este fenómeno, también el acosador o bullie debe ser atendido; dependiendo de la circunstancia, la víctima se puede convertir en acosador.

 

El victimizado:

 

Es agredido por su forma de vestir, de hablar, el color de su piel o los ingresos de su familia.

 

Regularmente es un niño solitario con habilidades sociales inferiores.

 

Si tiene amigos, seguramente ellos también sufren acoso.

 

Si no recibe tratamiento, seguirá siendo víctima de violencia en casa o, cuando sea adulto, en el trabajo.

 

El acosador:

 

Primero sufrió abuso en casa.

 

Percibe la violencia como algo “normal”.

 

Sabe que acosar a sus compañeros le puede traer beneficios sociales o dinero.

 

El acoso le da una sensación de poder y fuerza.

 

Disfruta el dolor y el terror de su víctima.

 

Le arrebataron el liderazgo al profesor dentro del aula.

 

El acosado/acosador

 

Es el más peligroso de todos.

 

Es lastimado por niños con más poder y después va a lastimar a niños más débiles.

 

Utiliza el “cyberbullying”.

 

El testigo:

 

Es quien da sentido a la agresión, al observarla, reírse o documentarla.

 

El “bullie” no agredería sin un público.

 

El testigo puede incitar la agresión o detenerla.

 

 

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