A menos de cinco años de la iniciativa de 10 sobrecargos de Mexicana de Aviación de publicar un calendario para hacerse de ingresos, pero también para protestar por el cierre de la aerolínea, la posibilidad de volver a volar es cada vez más remota para la mayoría de ellas.
Rosa María Arcos Gómez o “Rosy” -como prefiere que la llamen- se casó y tuvo dos hijas, pero no ha podido encontrar empleo. Durante 13 años fue sobrecargo de Mexicana, pero cuando se produjo el cierre ya no tenía ni la edad ni el perfil para participar en el proceso de selección de otra aerolínea y tampoco contaba con la experiencia para ejercer su carrera como Licenciada en Administración de Empresas.
Cuenta que su vida y las de sus compañeras cambió por completo: Ofelia Arcongoytia se convirtió en maquillista profesional; Maribel Zavala y Georgina Enríquez se dedican también a la industria de la belleza; una excepción es Coral Pérez, quien se incorporó a una aerolínea para seguir trabajando como aeromoza.
“A nosotras se nos señaló por el atrevimiento y la noticia, por eso quizá nos ha costado un poco de trabajo, algunas en trabajos informales… yo sigo en la búsqueda de colocarme, en la aviación yo creo que ya no. No creo que vuelva a volar, al menos en Mexicana”.
Aún sigue en contacto con algunos de sus compañeros de la extinta Mexicana de Aviación y observa con tristeza la situación de los jubilados, quienes siguen manifestándose para conseguir que les paguen lo que les deben por los años trabajados.
De la situación de Mexicana, opina que el gobierno se han estado “pasando la bolita” mientras la agonía se ha vuelto más larga para tres mil trabajadores. “Cada día hay más desánimo, la empresa ya no va a volar. Muchos compañeros han buscado otras fuentes de trabajo y algunos han vuelto a volar porque los ha colocado el sindicato”.
“Aparte de que perdimos nuestra fuente de empleo, ese 28 de agosto nos dejaron en la calle, con compromisos, deudas y ninguna liquidación. Fue un robo y nadie ha querido tomar la responsabilidad”, señala.