Un grupo de doctores, maestros y alumnos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) crearon un kiosco que consta de dos bicicletas fijas y paneles solares que generan energía eléctrica, los cuales ayudarían a cargar dispositivos móviles.
El director del Centro de Estudios en Energía y Ambiente (CEEA) y creador del proyecto denominado “Kiosco sostenible”, Apolonio Juárez Núñez, dijo en una entrevista con la Agencia Informativa del Conacyt que esta idea aprovecha las energías limpias y fomenta la actividad física de los estudiantes.
“A nivel mundial, más de 80% de la energía que se consume proviene de los combustibles fósiles, México depende más de 90% a pesar de la abundancia de recursos energéticos renovables existentes en nuestro país”, dijo Juárez Núñez.
“Y con base en proyecciones de organismos internacionales, en las próximas décadas aumentará el uso de dichos combustibles fósiles”, añadió.
El kiosco desarrollado por la BUAP cuenta con paneles solares y dos bicicletas fijas, las cuales al pedalear crean energía mecánica con una potencia de más de mil watts.
La energía que se genera en el kiosco permite cargar de manera simultánea cuatro computadoras portátiles, 12 celulares, 20 focos led, cuatro pantallas y una computadora de escritorio, explicó Juárez Núñez.
Cuando se realiza el pedaleo en la bicicleta, por cada 10 minutos una persona quema alrededor de 150 kilocalorías (kcal) y se generan alrededor de 45 watts-hora de energía.
Lo anterior permitiría dejar de producir unas dos toneladas de bióxido de carbono al año, lo que se emite si se conectaran los dispositivos mencionados en un sistema convencional, detalló el investigador.
El Kiosco sostenible cuenta con dos circuitos: el fotovoltaico y el mecánico, indicó la estudiante de Mecatrónica y encargada del desarrollo de circuitos, Natalia Verónica Mancilla Hernández.
“El primer proceso comienza con la radiación solar. Los paneles solares nos permiten recolectar los rayos solares mediante celdas fotovoltaicas. Esta energía solar acumulada es transformada en energía eléctrica, que se genera por el movimiento de cargas que se establece entre dos capas hechas de materiales semiconductores”, dijo Mancilla Hernández.
“Cuando las partículas de luz o fotones impactan sobre la primera capa de silicio (tipo n), se liberan electrones que hay en exceso. La capa inferior de silicio (tipo p) contiene boro, que es deficiente en electrones. De esta manera, las partículas liberadas de la capa de silicio se mueven hacia la capa de boro, formando una corriente eléctrica”, añadió.
Una vez obtenida la corriente eléctrica se direcciona hacia el regulador de voltaje, el cual tiene la tarea de limitarlo a un cierto valor para poder cargar los acumuladores sin que sufran daños, puntualizó.
Este a su vez transforma el voltaje excedente en corriente eléctrica. Ya regulado, se almacena en baterías especiales para este tipo de sistemas fotovoltaicos. Almacenada la energía, está lista para usarse, explicó la estudiante.
El segundo proceso de producción de energía es el mecánico que comienza con la energía producida al pedalear la bicicleta estacionaria. La energía mecánica es canalizada por medio de una banda de distribución hacia un generador eléctrico.
Una vez obtenida esta corriente se envía hacia un transformador. El proceso mecánico termina cargando los acumuladores y dejándolos listos para el suministro de energía, comentó la estudiante.
El investigador Juárez Núñez mencionó que con este modelo de obtención de energía se contribuye a la contaminación del planeta de una forma desmedida, por lo que las consecuencias del cambio climático se traducen en inundaciones y sequías.
El investigador indicó que combinando sistemas fotovoltaicos con generadores eólicos es posible proporcionar energía eléctrica a edificios completos y, en consecuencia, reducir el impacto ambiental.
Resaltó que proyectos como el “Kiosco sostenible” pueden ser parte de la formación académica de los estudiantes, pues involucran áreas del conocimiento como la física, ingeniería, filosofía, economía, cálculos básicos de factibilidad, impacto social y ambiental.
Juárez Núñez y Martínez Portugal coincidieron que este desarrollo es una contribución universitaria sólida y palpable para cuidar el medio ambiente, además consideran que se puede reproducir el kiosco por toda la Ciudad Universitaria y también en otros lados.