Todo mundo conoce la música de Daft Punk. Basta escuchar una tonada, ver las máscaras, la famosa pirámide o recordar algún video clásico para traerlos a la mente y mover la cabecita. Sí, Guy-Manuel y Thomas Bangalter lograron el éxito total. Y muchas cosas cambiaron desde que en 1992 comenzaron a hacer rolas. Pero: ¿qué pasó con los otros músicos que no consiguieron la misma fama y fortuna? “Edén”, cuarto filme de Mia Hansen-Løve, nos los cuenta.
La película nos narra la historia de Paul (Félix de Givry), un joven parisino entusiasta de la música electrónica bailable, particularmente la que pinchan en el club Paraiso Garage; él, como muchos, tiene la aspiración de convertirse en un DJ famoso y fundar su productora. O lo que es lo mismo: quiere vivir la fiesta por siempre. Desgraciadamente no todos pueden ser Daft Punk.
Dividida en dos partes, “Edén” comienza en 1992. La primera mitad nos sitúa en una escena burbujeante en la que los DJ´s franceses comenzaron a innovar (el filme está “basado en hechos reales”, en el desarrollo del “french house”); la noche se llena de ritmos densos, soul robótico, drogas eufóricas, baile, amor, sexo, peleas, rupturas e incluso, algunos guiños de éxito.
La segunda mitad se centra la persistencia y terquedad de Paul, ubicada a principios de este siglo. En 2003 ya pasó la moda house, la fiesta terminó y nadie quiere despertar en una pista de baile vacía, con cruda, con un after de globos desinflados, suicidios, dramas y cuentas por pagar.
Es evidente que la directora no quiere hacer una historia de triunfo ni de excesos, sino que prefiere construir atmósferas nostálgicas, luminosas y elegantes. Contrario a lo que podríamos esperar no busca idealizar la fiesta, el mejor rave está por venir o ya fue, y eso es una metáfora perfecta para describir la maduración y su melancólica negación. Las vivencias del personaje están inspiradas en las de Sven Hansen-Løve, hermano de Mia y coguionista de la cinta.
Cualquier fanático encontrará interesante el paralelismo entre Paul y los mencionados Daft Punk, quienes comienzan tocando “Da Funk” en una fiesta casera y terminan haciendo un divertido cameo. Así, el dúo aparece por partida doble: representado por unos jóvenes actores y por ellos mismos; además, los de elegantes cascos autorizaron la inclusión de tres de sus piezas en el soundtrack. Y éste se complementa con los DJ´s Joe Smooth, Frankie Knuckles y Terry Hunter.
Aunque al principio puede parecer lenta y fría, es precisamente este tono sobrio el que logra hacer que la cinta sea mucho más que un retrato de una escena musical y se convierta en una historia sobre lo complicado que puede ser abandonar la juventud y aceptar la vida adulta. A veces se necesita mucho más que pasión y entusiasmo para lograr las cosas.